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Seonghwa sintió como Hongjoong lo empujaba contra la mesa del comedor. Su nariz hundida en su cuello, como si no se cansara de aspirar su aroma. Había soñado tanto con un momento así, con finalmente tener al mayor de esa forma, tocándolo con deseo, como lo había hecho aquella primera vez.

Hongjoong olía tan bien. Tan jodidamente bien. Podría jurar que solo con su olor sería suficiente para excitarlo. Tenía un olor a menta tan marcado, emanando desde su piel, su cabello, su aliento... de todas partes, como si estuviera hecho de eso.

Cuando Hongjoong dejó de prestarle atención a su cuello y agarró su nuca para besarlo, de forma fuerte y demandante, Seonghwa rodó sus ojos, extasiado. Hongjoong lo derrotaba de una manera que aturdía sus sentidos, no lo dejaba pensar con claridad. Los labios del mayor lo besaban con aspereza, como recriminándole algo y sus dedos agarraban el cabello de su nuca, obligándolo a dejar su cabeza quieta mientras su boca era saqueada. Seonghwa apenas atinaba a sujetarse de la mesa, buscando cierto apoyo con sus manos para impedir que el peso de Hongjoong lo hiciera acostarse sobre la superficie de madera.

—Hong... —musitó su nombre al sentir una mordida en sus labios. El alfa lo miró de vuelta y Seonghwa pudo reconocer un brillo nuevo en sus ojos. Un brillo salvaje.

Dios, todo eso lo ponía demasiado.

—No pensaras hacerlo aquí ¿no? —preguntó, aunque Hongjoong parecía más que dispuesto a tomarlo allí mismo, sobre la mesa del comedor.

—¿Qué te hace creer que pensaba hacer algo más que esto? —la voz de Hongjoong sonaba gruesa y desarreglada. ¿A quién trataba de engañar? Seonghwa sonrió, juguetón, y llevó una de sus manos a la entrepierna del mayor, acariciando delicadamente la marcada erección que ya tenía.

—Puede que esto me haya dado un par de ideas —contestó, divertido, notando como un suspiro lujurioso partía de los labios de Hongjoong.

—Estoy empezando a pensar que te gusta provocarme.

—Yo ya estaba pensándolo desde hace rato.

Hongjoong volvió a empujar su nuca para besarlo, su otra mano colándose debajo de la camiseta de Seonghwa para acariciar su espalda, tragándose gustoso los gemidos que le provocó.

—¿Adónde quieres ir? —se separó brevemente para después morder uno de los lóbulos del menor.

—Ven —Seonghwa rodeó su cuello con sus brazos y fue caminando de espaldas rumbo a la escalera, sin dejar de besar al mayor, confiando ciegamente en su memoria para no partirse la madre por el camino.

Subir las escaleras fue toda una aventura de acción, especialmente porque no se soltaron en ningún momento. La chaqueta de Seonghwa quedó olvidada en algún lugar entre el décimo y en duodécimo escalón, la de Hongjoong en alguna parte del pasillo.

Seonghwa sintió la puerta de su cuarto contra su espalda y jadeó cuando Hongjoong lo estampó contra esta, abriéndola de paso. Sus pies se enredaron con las cosas que tenía regadas por el piso, pero eso no importó, porque la cama estaba lo suficientemente cerca como para dejarse caer en ella.

Él mismo se quitó a camiseta e hizo igual con la de Hongjoong. Desde hacía rato las palabras habían dejado de ser necesarias. Cualquier interrupción estaba vetada. Los dos sabían lo que querían a la perfección.

Hongjoong lo agarró y lo obligó a ponerse bocabajo. A Seonghwa no le extrañó la forma dominante en la que lo trataba. Le gustaba que Hongjoong fuera así con él. Le gustaba la forma en la que eso lo hacía sentir suyo. Los labios del mayor fueron directos a sus hombros, dejando allí una primera mordida que pronto fue seguida por otra y luego otra más, a lo largo de su espalda. Cada una hacía que al humano lo recorrieran un sinfín de corrientes eléctricas. Ni un solo pensamiento surgía con orden en su cabeza, y lo único que podía hacer era gemir y suplicar de forma ininteligible por más. Mucho más.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora