81

420 57 26
                                    

Despertar en medio de la madrugada y sentir el olor dulce de Jongho era de las cosas sin las que Yunho sabía que no podría vivir. Al menos no ahora que ya se había acostumbrado a tenerlo en su cama, todas las noches, como algo suyo y que, después de tanto tiempo, finalmente lo era.

Porque sí, ya podía decir que aquel precioso chico de cabellos castaños rojizos y olor a arándanos era su novio y realmente no había podido conciliar muy bien el sueño debido a la felicidad. Jongho, en cambio, se había dormido en sus brazos como un bebé y Yunho no pudo evitar preocuparse un poco. Hoy había vuelto realmente tarde y, a pesar de no decirlo nunca, se veía cansado. Para alguien que nunca había trabajado en nada, tal vez ser modelo de la noche a la mañana era un poco demasiado.

Acomodó las sábanas para que cubrieran la espalda desnuda de Jongho y lo abrazó, rodeándolo con uno de sus brazos, acurrucándolo contra su cuerpo, buscando darle su calidez y, de paso, llenarse con ese olor divino que ya había dejado de cuestionar o tratar de entender. Era el olor de Jongho y punto.

Escondió su rostro en el cuello del menor, dispuesto a agarrar nuevamente el hilo de su sueño, sin embargo, el olor era tan fuerte allí, tan difícil de resistir. Casi inconscientemente, paseó su nariz por detrás de su oreja, dejando que en su aliento se filtraran aquellas notas dulces. Justo en aquel sitio, su olor era un poco distinto, el dulzor de los arándanos se mezclaba con algo más sutil. Yunho lo había sentido antes, pero muy pocas veces, especialmente mientras tenían sexo.

Dejó salir una apenas perceptible sonrisa acompañada de un suspiro de satisfacción. Jongho era simplemente tan perfecto que dolía. Siguió oliendo su cuello, consciente de que su poco sueño ya se había ido al carajo, así que sólo se dedicó a disfrutar. El cuello de Jongho era su lugar favorito. Definitivamente. Nunca había sentido especial atracción hacia el cuello de nadie, pero había algo en el de Jongho que simplemente le llamaba la atención, como si su cuerpo le dictara que tenía que ser así, que tenía que verse atraído hacia esa zona, hacia ese olor tan particular. Deslizó su nariz un poco más abajo casi hasta su hombro y de vuelta. Jongho se estremeció muy ligeramente pero ni siquiera estuvo cerca de despertar. Yunho no le prestó a atención a eso, sólo siguió en lo suyo, abstrayéndose de la realidad.

Pronto su nariz se vio sustituida por su lengua, dejando suaves lamidas en su piel. Adoraba como Jongho podía tener ese sabor, tan parecido a su olor, impregnado en su piel, como algo mágico. Era tan delicioso.

Sin darse cuenta, ya no estaba abrazando a Jongho, lo estaba agarrando. Su mano se cernía firmemente a las caderas del menor mientras lamía su piel. Estaba sintiendo un impulso extraño, una necesidad que lo urgía con cada segundo que pasaba. Su propia nuca ardiéndole más que ningún otro día, como una señal, una necesidad. Sus dientes se unieron a la ecuación, rozando apenas su piel. Electricidad se desató en todo su ser, incitándolo. Eso se sentía tan endemoniadamente bien.

Quería hacerlo, no entendía por qué, pero su cabeza no estaba funcionando en aquel momento. Había mordido antes a Jongho, pero ahora, por alguna razón, lo necesitaba con urgencia, demasiada, y podía sentir en los músculos de su mandíbula la necesidad de hacerlo duro, de encajar sus dientes hasta las últimas consecuencias. Se le hizo necesario, aun más con toda la excitación que recorría su cuerpo en ese momento. Abrió su boca, su lengua rozando contra la tensa y rosácea piel. Necesitaba hacerlo, morderlo.

Apretó sus dedos sobre el costado del menor y se inclinó más sobre él, casi cubriéndolo con su cuerpo, sus músculos se tensaron y supo que eso era lo que su cuerpo parecía desear más que nada.

—¿Qué estás haciendo? —la voz somnolienta pero sorprendida de Jongho fue como un balde de agua fría. Lo miraba, atónito, como si se esforzara por entender lo que estaba viendo—. ¿Qué… —la vista del Choi fue del rostro de Yunho a su boca, aún entreabierta, notó la fuerza de su agarre, la sensación en su cuello, todo su cuerpo ardiendo por sí solo, el olor de Yunho disparado como nunca, casi agresivo.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora