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Jun entró a la oficina de San como de costumbre, sin tocar.

Se dejó caer en un sofá que había allí y subió las piernas, acomodándose completamente como si se tratara de su propia oficina. San estaba allí, sentado en su escritorio, enfocado en su trabajo, pero ni él ni Jun se tomaban algún tipo de consideración. El omega sabía que podía ir y venir cómo y por dónde le viniera en gana y San sabía que no debía prestarle mucha atención. Jun nunca había dado problemas, a pesar de parecer como alguien relajado y despreocupado, sabía muy bien lo que podía y no podía hacer.

—¿Se te ofrece algo? —San ni siquiera alzó la vista para preguntar, sabía que el Wen quería decirle algo. El silencio de más de dos minutos era obvio al respecto.

—De hecho, sí —el omega se giró sobre sí mismo, acostándose bocabajo sobre el sofá.

—Te escucho.

—Me enteré de que estás haciendo todo tu numerito de sugar daddy con el omega del club.

—¿Y?

—¿No crees que eso es pasarse un poco? Obviamente él no está interesado en ti ni en tu dinero. Por lo que sé, él se las arregla muy bien solo.

El Choi soltó el bolígrafo y levantó la vista de los papeles que estaba revisando.

—¿Crees que soy el tipo de persona capaz de ceder cuando algo me interesa?

Jun le dedicó una mirada displicente.

—A mí no me tienes que engañar, San. Nunca le has hecho algo a un omega que vaya contra su voluntad. No eres así. No reclamas la atención de nadie. No eres el tipo que persigue. Así que, dime: ¿Qué hay de diferente con este omega?

San se quedó mirando a los ojos de Jun. Nunca se iba a acostumbrar a la facilidad que tenía para leer su mente.

—Nada en especial —intentó mentir, pero esa era la única cosa que no se le daba bien.

—Ajá, en serio...

El alfa se echó hacia atrás en su asiento y se meció, suspirando lentamente.

—Creo que él es mi omega.

Jun se alzó en el sofá.

—¿Qué dijiste?

—Su olor. Aunque no lo sentí bien, aun lo tengo clavado en la nariz. No se va con nada, no puedo olvidarlo con nada. Sé que todos reaccionan distinto al encontrar a su mate pero eso… estoy bastante seguro de que es la sensación correcta.

Jun se volvió a acomodar y le dedicó una mirada recelosa.

—¿Estás seguro?

San asintió.

—A los chicos no les va a gustar saber que tu omega es un huérfano que se prostituye para vivir.

—Primero que nada, niño —San enarcó una ceja. Jun sabía que cuando lo llamaba así era porque se había incomodado—, lo que los chicos piensen con respecto a mi omega no es algo que deba importarme. Segundo, sabes que, sobre esas cosas, es imposible interferir y tercero, ya estoy trabajando en función de eso. No dejaré que nadie más toque a mi omega —una sonrisa malévola adornó sus labios—. Lo estoy domesticando.

—Aún así —Jun se puso de pie con un ágil movimiento—. La lealtad de tus hombres no es algo sobre lo que te puedas sentar, y sabes que las cosas están un poco tensas. Especialmente desde que no has querido tomar acciones con los tipos que están invadiendo tu territorio e interfiriendo con las ventas —caminó hacia él con paso suave. San lo observaba fijamente, atento a sus palabras—. También está Vernon. Sabes que tiene un tornillo suelto, pero es un hombre de acción. Los demás no dudaran en seguirlo a él si ven un ápice de debilidad en ti.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora