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El calor insoportable despertó a Jongho.

Se sentía como si se estuviera asfixiando. Estaba terriblemente excitado. Podía sentir como su cuerpo temblaba, ardiendo de necesidad. Sólo podía pensar en una cosa.

Yunho.

Yunho.

Yunho.

El olor de Yunho estaba regado por todo el cuarto. Sobre su piel, en sus sábanas. Mordió sus propios labios, tratando de contenerse, pero simplemente no podía. Su cuerpo le dolía, sus manos le suplicaban por el tacto de la piel de Yunho. Los recuerdos de cada momento donde el mayor había estado cerca de él se agolpaban en su mente, torturándolo. Sabía que no debía. ¡Diantres! Sabía que no podía y aun así... ¿por qué se sentía así?

No debería sentirse así, pero no podía controlarlo.

Cuando se puso de pie y se arrastró hasta la silla en la que había dejado la sudadera del Jeong, se dió cuenta de que había perdido por completo el control. Se quitó su camiseta, la cual se sentía caliente y pegajosa, para luego deslizarse dentro de la sudadera que Yunho le había dado.

Sin embargo, no era suficiente.

Estaba muy lejos de ser suficiente.

Su puerta estaba entreabierta, como si lo estuviera invitando.

¡Al carajo!

Prefería morirse a seguir aguantando esa sensación.

Yunho llevaba más de quince minutos enfrascado en la misma parte del informe, incluso aunque se había puesto los audífonos y escuchaba música tranquila era incapaz de concentrarse. La pantalla de su computadora parecía estarse burlando de él a medida que los párrafos seguían careciendo de sentido.

Y ese olor no lo estaba ayudando.

Llevaba rato sintiéndolo, como una letanía constante que jugueteaba con su nariz. El olor de Jongho, el que había en su habitación... de alguna forma, se había quedado atorado en su nariz, imposible de ignorar, poniéndolo ansioso.

Pero espera...

Definitivamente lo estaba sintiendo demasiado fuerte, casi como si Jongho estuviera allí...

Giró lentamente la silla y se sorprendió al encontrar al menor parado en la puerta de su cuarto.

—¿Necesitas algo? —le preguntó, pero no se atrevió a ponerse de pie, no se atrevió a acercarse. Jongho llevaba puesta la sudadera roja que le había dado, sus piernas desnudas asomándose. Yunho lo miró de arriba abajo. Su sudadera le quedaba tan grande y linda, sólo de verlo podía sentir que se ponía duro.

Pero el Choi no le contestó. Lo siguió penetrando con la mirada, respirando pesadamente.

—¿Jongho? —el nombrado sólo tomó los bordes de la sudadera y se la quitó, revelando su cuerpo, sólo cubierto por la ropa interior. Su torso desnudo, completamente a la vista del mayor, demasiado tentador.

Yunho tragó en seco.

—¿Qué estás haciendo? —volvió a preguntar, pero Jongho dejó caer la sudadera y cerró la puerta de una suave patada. Comenzó a acercarse a Yunho.

Dando pasos lentos.

Mirándolo como no lo había mirado nunca, como nunca nadie lo había mirado.

El Jeong volvió a tragar en seco cuando llegó hasta donde él estaba. El olor ya era imposible de ignorar. Volviéndolo loco, haciéndole imposible pensar coherentemente.

Jongho puso una de sus rodillas sobre la silla y Yunho rozó su muslo. Instintivamente, sin tener la mas mínima noción de lo que estaba haciendo. La piel de Jongho bajo su mano se sintió como un choque eléctrico. Sexo puro. Y solamente lo había rozado con las yemas de sus dedos.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora