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—Hey, Jongho —Hongjoong lo sacudió para que se despertara. El omega había dormido toda la noche de un tirón. En parte eso era bueno ya que necesitaba descansar un poco de tanto estrés, pero ya estaba bien entrada la mañana, no podía dormir para siempre—. Levántate ya y come algo. Anoche no quisiste cenar. Vas a parecer un fósforo si sigues con la dieta.

Jongho se levantó poniendo una expresión fastidiada y se quitó las sábanas de encima, alejando al mayor de un manotazo. El alfa se había tirado encima de él para decirle todo eso en el oído a la vez que le soplaba en la oreja. Algo que Jongho encontraba extremadamente irritante y Hongjoong lo sabía.

—Ya voy, ya voy. ¡Agh!

—Con que lo digas una vez basta —Hongjoong se dejó caer sobre la cama con una sonrisa complacida. Observó en silencio como Jongho se estiraba y sacaba sus orejas y su cola un momento para sacudirlas. Aun traía puesta la sudadera que le había comprado el día anterior, realmente le quedaba bien. Hongjoong se la había probado en la tienda y a él le venía enorme, parecía un espantapájaros o algo así, pero al Choi le lucía genial. Tomó nota mental de que trataría, dentro de lo posible, de comprar más ropas para Jongho. Ya el pobre no se pasaba todo el día en la casa, al vivir aquí él podía salir y tener amigos, no sería agradable que siempre usara lo mismo.

Jongho bajó a la cocina mientras aún se restregaba los ojos. Realmente había dormido profundamente pero su cuerpo se seguía sintiendo cansado. Olfateó rápidamente en búsqueda de la esencia de Yunho pero, al parecer, su alfa llevaba buen rato sin salir de su habitación o fuera de la casa, pues apenas se sentía su olor. El olor que sí le llegó fue el de Yeosang al mismo tiempo que la espalda del omega aparecía en su campo visual. El mayor estaba preparando un batido mientras tarareaba y meneaba su cuerpo al ritmo de alguna canción que resonaba en la mente. Jongho se acercó a él, sintiéndose cada vez más curioso por el sutil cambio en el olor del chico.

Tan distraído estaba Yeosang en su baile y su batido que no sintió la presencia de Jongho a sus espaldas, aun cuando éste se inclinó sobre su hombro para olisquearlo.

—Yeosang... —la voz gruesa de Jongho lo sacó de su mundo y lo hizo pegar un pequeño brinco de sorpresa.

—H-Ho —Yeosang se giró y se alejó un par de pasos, sorprendido visiblemente por la presencia del menor—. Buenos días. Me asustaste —una rápida sonrisa adornó sus labios, pero se desdibujó en cuanto notó la mirada insistente de Jongho sobre su cuello.

—¿Te has enlazado? —Jongho frunció el entrecejo. Estaba listo para decirle un par de cosas a Yeosang, pues seguro lo había hecho por algún impulso tonto, pero algo en el olor del chico le decía que el asunto probablemente no fuera tan sencillo. Ese suave toque de albahacas que acompañaba el siempre dulce olor a jazmines lo hacía dudar.

—Yo... —Yeosang se llevó una mano al cuello, como si de esa forma pudiera enmascarar lo que Jongho ya había notado. Era inútil ocultarlo, realmente era bastante obvio—. Sí, lo he hecho.

—¿Con... —Jongho iba a preguntar, pero en ese momento Mingi entró a la cocina, sólo llevaba unos shorts de mezclilla y se rascaba insistentemente alrededor de la herida que adornaba su cuello.

—¿No tienes unas vendas para… —él también iba a preguntarle algo a Yeosang pero sus palabras se detuvieron al encontrarse con los ojos de Jongho—. Jongho...

—¿Y a ti qué te pasó? —Jongho estaba entendiendo cada vez menos, pero su olfato nunca lo había engañado, al menos no de aquella manera. Mingi traía también el olor de Yeosang. Pero los olores no estaban superpuestos, como cuando estás muy cerca de alguien y su olor se te "pega", los olores estaban mezclados, y eso sólo podía significar una cosa, por muy poco sentido que tuviera.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora