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—¿Eres mudo acaso?

Mingi se estremeció al volver a sentir aquella voz. Su garganta se había secado en cuestión de segundos y, mientras sus ojos parecían incapaces de dejar de mirar el cañón de aquel revólver justo frente a sus ojos, en serio pensó que iba a morir. No había forma de que saliera vivo de esa situación.

—Solo es un humano, Yuto. Deja ya la paranoia, Dios… —una mano sujetó el arma y la apartó del rostro de Mingi. El aire volvió a los pulmones del Song a la vez que finalmente miraba bien el rostro del tipo que le había apuntado. Una mirada desconfiada era lo más llamativo en aquel rostro de rasgos bien definidos y cejas fruncidas—. ¿Quién eres y qué quieres? —la persona que había apartado a Yuto, y quien potencialmente acababa de salvarle la vida, ahora se dirigía a él con la misma expresión precavida y carente de confianza. Mingi notó cómo este otro chico no lucía igual de amenazador. Su rostro era más suave y unas grandes y peludas orejas negras de cánido adornaban su cabeza.

Sin embargo, su garganta seguía seca. Seguía plenamente consciente de que el tal Yuto tenía un arma cargada en su mano mientras seguía penetrándolo con la mirada, sus ojos analizándolo, haciéndolo sentir incómodo. También sabía que, a sus lados, aun si salían del campo visual de aquellos chicos, tenía otros tres híbridos también armados. Sabía que estaba envuelto en eso. Y realmente no le gustaba para nada.

—Esto me da mala espina —Yuto volvió a apuntarle, pero su mano se detuvo en el aire, aun sin llegar a la altura de la cabeza de Mingi. Sin que ninguno de ellos pudiera preverlo, Vernon había aparecido por detrás de Mingi, empujando su arma contra una de las sienes del otro chico, obligándolo a meterse dentro del apartamento a la vez que entraba seguido de Jun y Wonwoo.

—Será mejor que ninguno de ustedes se mueva, ¿está bien? No quiero ponerme nervioso —Vernon habló, recorriendo el apartamento con la vista. Contando mentalmente la presencia de otros dos tipos allí aparte de los que ya habían visto.

Yuto permaneció inmóvil. Su arma aun apuntando al pecho de Mingi.

—Yo bajaría eso si fuera tú —Wonwoo lo miro, desafiante, poniéndose las manos en la cintura.

Mingi seguía inmóvil en el umbral de la puerta. No sabiendo qué hacer en una situación como esa. Podía sentir la respiración pesada de Yuto y notar un breve temblor en los dedos que sostenían el arma.

—¿Esto es lo mejor que San puede hacer? —Yuto habló finalmente, una sonrisa adornando su expresión decepcionada. Bajó su arma, alejándola del pecho de Mingi—. Sólo cuatro tipos y para colmo, uno de ellos es un humano medio tonto —miró de reojo a Mingi, quien no sabía qué hacer.

—San no nos ha enviado —Jun dio unos cuantos pasos alrededor, observando el lugar. Él era el único que se atrevía a moverse, pues tanto Wonwoo como Vernon seguían tensos, todo su cuerpo expectante, dispuestos a actuar a la más mínima señal de amenaza. Yuto los miraba. Aun si trataba de ocultarlo, era fácil notar que se habia puesto extremadamente nervioso. No dejaba de alternar su mirada entre el arma que Vernon tenía puesta en la cabeza de aquel chico y Mingi.

—¿Es así? —ladeó la cabeza, dando a entender su ligera sorpresa—. Eso es extraño. Pensé que San tenía su ganado bien entrenado.

—Al menos está mejor entrenado que el tuyo —Jun corrió una de las sillas de la mesa que había en el centro de la habitación. El apartamento era extremadamente pequeño. El desorden y el mal olor reinantes simplemente iban a juego con todo en aquel edificio. A juzgar por la cantidad de basura y botellas de plástico vacías, aquellos tipos llevaban bastante tiempo utilizando aquel lugar como base y escondite—. No vamos por ahí regando información valiosa —se sentó con una sonrisa satisfecha, mirando de reojo a los otros dos tipos, quienes permanecían de pie cerca de una de las ventanas, sus cigarros aún encendidos entre sus dedos.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora