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Sí, estaría ahí para él. Lo haría. Pero, a medida que pasaban los minutos y el silencio entre ellos se hacía más pesado y denso, Wooyoung sintió su voluntad flaquear.

No podía simplemente ignorar los sentimientos revueltos de San. No cuando su alfa siempre había sido el más estable de los dos, siempre parecía inmune a todo, como un ser de hierro incapaz de ser perturbado. ¿Cómo podía ignorar la inseguridad en él? ¿O el leve temblor en sus dedos al sostener el volante? ¿O el penetrante olor a pólvora en su ropa?

No podía ignorar nada de eso.

Hacía un rato, en aquel momento en que San había dejado de bloquear sus emociones, a través del enlace le había llegado demasiado dolor, demasiada angustia y preocupación. Era obvio que había sucedido algo, y ni San ni nadie debería pasar por ese tipo de cosas solo.

Llegaron a casa de San envueltos en ese silencio que parecía hacer el aire más difícil de respirar. San lo trataba con suavidad. Fue extremadamente gentil al abrir la puerta del auto para él. Caminaron juntos hasta la casa y San fue a su lado, solo poniendo una mano cuidadosamente en su espalda, la vista ligeramente gacha y cansada, como si realmente no quisiera hablar.

—¿Ya has cenado? —la voz apagada del alfa lo sacó de sus pensamientos. Se giró a verlo. San se sacaba el saco con gesto cansado a la vez que lo dejaba sobre una de las butacas de la sala.

Wooyoung negó con un movimiento de su cabeza, a lo que San le dedicó una sonrisa ligeramente triste y besó su frente.

—Te prepararé algo —le dijo, dirigiéndose a la cocina. Wooyoung siguió tras sus pasos, pero casi sintió que su aliento se cortaba al ver como San sacaba una pistola que había estado sujeta en su cinturón, con el mayor disimulo posible, guardándola rápidamente en uno de los estantes de la cocina.

Él sabía perfectamente lo que San hacía para ganarse la vida pero nunca, jamás, lo había visto cargando un arma. Algo había sucedido para que eso hubiera cambiado, y el hecho de que ni Wonwoo ni Vernon estuvieran con él solo le restaba las dudas.

—¿Te gusta la pasta? —San extrajo un paquete de tallarines del mismo estante, luciendo ligeramente inexpresivo. Wooyoung sabía que su propia expresión lucía perpleja, lo sabía porque San le sostuvo la mirada, como si esperara sus palabras, consciente de que la pasta era el tema menos importante del que podrían hablar en ese momento.

—San…

—Te dije que no hablaríamos de eso hoy.

—¿Por qué no? —Wooyoung contestó, dejando sin querer que el tono preocupado de su voz lo delatara.

—Simplemente no quiero. No necesitas saber todo lo que sucede. De hecho, mientras menos sepas, mejor.

—No me interesa saber si tienes problemas con otro grupo, con la policía o con lo que sea. Quiero saber qué fue lo que te sucedió a ti —Wooyoung rodeó la isla que los separaba y se acercó a él, quitándole el paquete de tallarines y agarrando su rostro para obligarlo a inclinarse hacia a abajo y mirarlo—. Quiero saber por qué luces así, como si te hubiera pasado algo demasiado doloroso, algo que te esfuerzas por ocultar, por enterrar. Porque puedo sentirte ansioso, todo revuelto, aun si intentas bloquear nuestro enlace. Soy tu omega, San…

—Eso no significa que necesites saberlo todo —San agarró sus muñecas y retiró sus manos suavemente.

—¿Acaso nunca me vas a considerar como alguien lo suficientemente importante como para saber sobre ti?

—Solo comamos la bendita pasta, Wooyoung.

—No —Wooyoung cruzó sus brazos sobre su pecho y se mantuvo firme frente a él.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora