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Cuando Mingi había entrado a la casa, se había sorprendido al encontrar a Seonghwa parado al pie de la escalera, aún con la bata de médico puesta. Se estaba sujetando el mentón con una mano, como si pensara algo cuidadosamente.

—¿Necesitas algo? —le preguntó cuando estuvo a unos pasos. El Park no se percató de su presencia hasta que lo tuvo encima.

—¡Mingi! —lo saludó entrecortado, obviamente sorprendido de verlo allí—. Hola... —sonrió nerviosamente—. Yo... Y-Yeosang me dejó entrar.

—Sí, claro —Mingi notó lo extraña que era la actitud de Seonghwa—. ¿Por qué estás tan nervioso?

—Yo no estoy nervioso.

—¿Ah, no? —alzó una ceja.

—¿Sabes una cosa? —Seonghwa trató de poner la mejor de sus sonrisas—. No deberías estar aquí perdiendo tu tiempo conmigo. Yeosang te está esperando arriba. Acabo de hablar con él. Lucía un poco desanimado.

Con la sola mención del omega, Mingi decidió que sería mejor dejar a Seonghwa y sus cosas raras. Por muy pocas ganas que tuviera de enfrentar lo que fuera que Yeosang le quisiera decir, el deseo irrefrenable de verlo y abrazarlo era más fuerte.

—Tienes razón —revolvió distraídamente el cabello del chico y comenzó a subir las escaleras—. No hagas nada por lo cual Yunho tenga que golpearte.

Escuchó como Seonghwa se burlaba de su tono, imitándolo con voz aguda, pero no le prestó atención. Subió con paso cansado hasta llegar a la habitación de su lobo. En cuanto estuvo cerca de la puerta, pudo sentir el suave olor a jazmines del omega, lo cual hizo que su interior se removiera, ansioso, sintiéndose como si finalmente hubiera llegado a casa.

Jeonghan le había explicado algo sobre eso, sobre la manera en la que los omegas tenían la facultad de hacer que el hogar se volviera un "nido" o algo así. Mingi no entendió a qué se refería, pero ahora le parecía estar captándolo un poco. Saber que esa era la habitación de Yeosang, la que tenía su olor y donde se acurrucaba con él para dormir, le daba la sensación de que ese era su lugar, a donde pertenecía y a donde debía regresar cada día. Lo hacía sentir un poco primitivo, pero no era una sensación desagradable.

Abrió suavemente la puerta y se encontró a Yeosang sentado de espaldas en la cama, secándose el cabello con una toalla. La imagen del menor que sólo vestía un suéter blanco muy desgastado y su ropa interior, sentado con las piernas cruzadas mientras secaba suavemente su cabello de un color casi dorado, donde las raíces grises ya se empezaban a ver un poco, le resultó inevitablemente angelical. La tibia luz del atardecer que entraba a través de las blancas cortinas y el aroma dulzón que desprendía el cuerpo de su omega bastaron para confirmar la sensación que estaba experimentando. Sí, realmente sólo llegaba a casa cuando sentía la presencia de Yeosang.

Dejó caer su bolso sobre una silla y cerró la puerta mientras se empezaba a desabotonar la camisa. Yeosang se giró brevemente a verlo, tenía una expresión tranquila, sin embargo, no era ni remotamente tan alegre como solía ser cada vez que sentía el olor del mayor acercándose.

—Llegaste —dijo, bajito. Mingi emitió un gruñido de asentimiento y tragó el seco nudo que se estaba formando en la garganta. Le preocupaba la actitud de Yeosang. No iban a romper o algo así, ¿cierto? ¿Podía el omega romper con él aún cuando se habían enlazado? Él no quería que eso pasara, pero no podía calmarse cuando Yeosang estaba siendo tan... poco Yeosang.

—¿De qué querías hablar? —decidió que lo mejor sería no andarse con rodeos. Sólo desabotonó tres de sus botones y se arremangó la camisa. Yeosang se puso de pie mientras sacudía un poco la húmeda toalla. Caminó hasta dejarla colgada en la puerta del armario y se acercó a Mingi. El mayor volvió a tragar en seco pero esta vez por otra razón. El suéter de Yeosang era casi transparente y tapaba hasta el inicio de sus muslos. Aparte de los bóxers, el omega no traía nada más puesto. Yeosang lucía sereno, casi triste, así que obviamente no lo hacía por provocar, pero… rayos. Lo estaba haciendo. Mingi permaneció de pie en su sitio, mirando cuidadosamente como Yeosang se acercaba a él. Trató de no ser irrespetuoso con la seriedad de la situación, pero no pudo evitar darle una atenta mirada a las largas y preciosas piernas de Yeosang mientras caminaba.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora