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Yunho escuchó el sonido de la puerta del baño al abrirse y, por alguna razón, se alegró. Subió las escaleras rápidamente, dispuesto a buscar sus cosas para bañarse. Al parecer Jongho había ido directo a su habitación, pues el pasillo estaba vacío. Sin ocultar la decepción en su rostro, buscó sus ropas y entró al baño. El aire allí aún estaba húmedo y caliente, incluso el espejo seguía empañado por el vapor. Se acercó y utilizando la palma de su mano, limpió la superficie del espejo para ver su rostro. Se corrió el pelo con la mano y miró la piel de su cara.

Estaba un poco descuidado, pero al menos estaba mejor que en otros momentos, cuando incluso había tenido ojeras. Se fue desvistiendo, mirando también el resto de su cuerpo. Hacía tiempo que no hacía eso: sólo mirarse con cuidado en el espejo. Usualmente sólo entraba, se duchaba y volvía a salir para seguir estudiando o lo que sea que estuviera haciendo. Cuando estaba sacando sus pantalones, apoyándose en el lavamanos, sintió que alguien abría la puerta. Lo primero que apareció en su campo visual fueron unas piernas musculosas y bien formadas, las cuales parecían haberse quedado paralizadas en el umbral. Se enderezó y continuó mirando.

Jongho seguía allí, inmóvil, viéndolo con los ojos muy abiertos. El mayor soltó su pantalón y le dedicó una sonrisa.

—¿Se te ofrece algo?

Jongho tragó en seco. Yunho pudo notar incluso como su respiración se volvió más rápida y profunda, como si el aliento le faltara. Recorrió el baño con su vista, notando que sobre la lavadora estaba la ropa sucia que Jongho se había quitado. Se estiró y tomó las prendas para luego acercarse a su dueño.

—¿Querías esto? —puso la ropa sobre su pecho. Jongho la sostuvo con una mano, sin apartar sus ojos del cuerpo de Yunho. Ni siquiera él mismo sabía cómo demonios se estaba resistiendo. Su alfa tenía el cuerpo más perfecto que había visto en su vida. Todo en su justa medida, todo en su lugar, como si hubiera sido moldeado a su gusto y preferencia. Además había demasiada piel, demasiada piel expuesta, justo ahí, frente a él, al alcance de sus manos. Se relamió los labios inconscientemente, gesto que, por supuesto, no pasó desapercibido para el mayor.

Yunho estiró su brazo y lo apoyó sobre el marco de la puerta, inclinándose más sobre Jongho.

—¿Necesitas algo más o sólo vas a quedarte allí viéndome? Que conste que no me molesta —mordisqueó su labio mientras alzaba una ceja. Se preguntó entonces porqué diablos actuaba así con Jongho. Él no era un ligón. Sí, sabía más o menos cómo interactuar con alguien que le llamaba la atención, pero el menor hacía surgir sentimientos raros en él. Lo hacía actuar sin pensar.

El Choi alzó la vista y lo miró directamente a los ojos. Yunho confirmó que le gustaban los ojos del más bajo. Eran tan lindos y grandes, adornando su rostro con una expresión a medio camino entre la más baja lujuria y la absoluta vergüenza. La tensión era asfixiante. Ambos mirándose en silencio, con sólo unas prendas de ropa entre ellos.

—No —dijo finalmente, agachando la vista—. Ya me voy, disculpa —el Jeon esbozó una media sonrisa y tomó su mentón, obligándolo a mirarlo de nuevo.

—Si se te ofrece algo más... donde sea, cuando sea... sólo dímelo, ¿sí? Estoy aquí para ti.

Jongho sintió como si sus piernas se fueran a derretir.

Sólo asintió, liberándose de la mano de Yunho y apretando su ropa con más fuerza contra su pecho.

—Está bien, ya me voy... —se dió la vuelta.

—¡Espera! —el mayor lo detuvo, sujetando el cuello de su camiseta, obligándolo a acercarse a él, aún de espaldas. Acercó su nariz al cabello húmedo de Jongho y lo olfateó, bajando suavemente hasta su cuello. La voz del menor tembló con un gemido casi inaudible. Su alfa lo estaba oliendo, estaba olfateando su cuello. Podía sentir como su cuerpo reaccionaba violentamente ante todo eso. Si fuera cualquier otro alfa, ya le hubiera dado un puñetazo por atreverse a olfatear su cuello, pero si lo hacía él... por supuesto que la reacción era completamente diferente.

No Pets Allowed! | 2HoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora