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Declaración de June Morris [12 de julio, 17.45 h, interrogatorio a cargo
del inspector Ralph Anderson en presencia de la señora Francine Morris]

Inspector Anderson: Gracias por traer a su hija a la
comisaría, señora Morris. June, ¿qué tal ese refresco?
June Morris: Está bueno. ¿Me he metido en algún lío?
Inspector Anderson: Ni mucho menos. Solo quiero
hacerte un par de preguntas sobre lo que viste hace dos
tardes.
June Morris: ¿Cuando vi al Entrenador Terry?

Inspector Anderson: Exacto, cuando viste al Entrenador
Terry.
Francine Morris: Desde que cumplió nueve años la
dejamos ir sola a casa de su amiga Helen. Siempre y cuando
sea de día. Lo de los padres helicóptero nos parece
contraproducente. Y no lo seremos después de esto, se lo
aseguro.
Inspector Anderson: ¿Lo viste después de la cena, June?
¿Es así?
June Morris: Sí. Cenamos pastel de carne. Anoche tocó
pescado. No me gusta el pescado, pero es lo que hay.
Francine Morris: No tiene que cruzar la calle ni nada.
Pensamos que no había ningún peligro porque vivimos en un
buen barrio. O al menos eso creíamos.
Inspector Anderson: Siempre es difícil saber cuándo
empezar a dejar que asuman responsabilidades. Veamos,
June…, fuiste calle abajo y tuviste que pasar por delante del
aparcamiento del Figgis Park, ¿no?
June Morris: Sí. Yo y Helen…
Francine Morris: Helen y yo…
June Morris: Helen y yo íbamos a terminar nuestro mapa
de América del Sur. Es para el proyecto del taller de las
colonias. Pintamos cada país de un color distinto, y casi
estaba ya acabado, pero nos habíamos olvidado de Paraguay
y teníamos que empezar de cero. Es lo que hay, también.
Después íbamos a jugar a Angry Birds y Corgi Hop en el
iPad de Helen hasta que mi papá viniera a recogerme. Porque
entonces sería ya casi de noche.
Inspector Anderson: ¿Y a qué hora debió de ser eso,
señora Morris?
Francine Morris: Cuando Junie se marchó, ponían en la
tele el informativo local. Norm lo veía mientras yo fregaba
los platos. O sea que… entre las seis y las seis y media.

Probablemente y cuarto, porque me parece que en ese
momento daban la previsión del tiempo.
Inspector Anderson: Cuéntame qué viste al pasar por
delante del aparcamiento, June.
June Morris: Al Entrenador Terry, ya se lo he dicho. Vive
en nuestra calle; una vez se perdió nuestro perro y el
Entrenador T nos lo trajo. A veces juego con Gracie
Maitland, pero no muy a menudo. Gracie tiene un año más y
le gustan los chicos. Él iba muy manchado de sangre. De la
nariz.
Inspector Anderson: Ajá. ¿Qué hacía cuando lo viste?
June Morris: Salía de entre los árboles. Me vio mirarlo y
me saludó con la mano. Yo lo saludé también y dije: «Eh,
Entrenador Terry, ¿qué le ha pasado?». Y él me contó que se
había dado un golpe en la cara con una rama. «No te
asustes», me dijo; «me sangra la nariz; me pasa mucho». Y
yo le contesté: «No me asusto, pero ya no podrá volver a
ponerse esa camisa, porque las manchas de sangre no se van,
o eso dice mi madre». Él sonrió y dijo: «Menos mal que
tengo muchas más camisas». Pero también tenía sangre en el
pantalón. Y en las manos.
Francine Morris: Estuvo tan cerca de él… No puedo
quitármelo de la cabeza.
June Morris: ¿Por qué? ¿Porque le salía sangre de la
nariz? A Rolf Jacobs le pasó eso mismo en el patio el año
pasado, cuando se cayó, y no me asusté. Iba a dejarle mi
pañuelo, pero la señorita Grisha se lo llevó a la enfermería y
no pude.
Inspector Anderson: ¿Cómo estuvisteis de cerca?
June Morris: Jopé, no sé. Él estaba en el aparcamiento y
yo en la acera. ¿Eso es muy cerca?
Inspector Anderson: Tampoco yo lo sé, pero seguro que
lo averiguaré. ¿Está bueno el refresco?
June Morris: Ya me lo ha preguntado.

Inspector Anderson: Ah, sí, es verdad.
June Morris: Las personas mayores se olvidan de todo,
eso dice mi abuelo.
Francine Morris: Junie, eso es de mala educación.
Inspector Anderson: No se preocupe. Parece que tu
abuelo es un hombre sabio, June. ¿Qué pasó después?
June Morris: Nada. El Entrenador Terry se subió a su
furgoneta y se marchó.
Inspector Anderson: ¿De qué color era la furgoneta?
June Morris: Bueno, habría sido blanca si hubiese estado
limpia, supongo, pero estaba muy sucia. Además, hacía
mucho ruido y echaba un humo azul. Uf.
Inspector Anderson: ¿Llevaba algo escrito a los lados?
¿El nombre de una empresa o algo así?
June Morris: No. Era toda blanca.
Inspector Anderson: ¿Viste la matrícula?
June Morris: No.
Inspector Anderson: ¿En qué dirección se fue la
furgoneta?
June Morris: Por Barnum Street.
Inspector Anderson: ¿Y estás segura de que ese hombre,
ese que te dijo que le sangraba la nariz, era Terry Maitland?
June Morris: Segurísima. Era el Entrenador Terry, el
Entrenador T. Lo veo a todas horas. ¿Está bien? ¿Ha hecho
algo malo? Mamá no me deja ver el periódico ni las noticias
en la tele, pero estoy casi segura de que en el parque pasó
algo malo. Si en el colegio se hubiera enterado alguien, lo
sabría; son todos unos cotillas. ¿Se peleó el Entrenador Terry
con una mala persona? ¿Por eso sangraba?
Francine Morris: ¿Vamos terminando, inspector? Sé que
necesita información, pero recuerde que soy yo quien ha de
acostarla esta noche.
June Morris: ¡Me acuesto yo sola!

Inspector Anderson: De acuerdo, casi hemos acabado.
Pero, June, antes de que te vayas voy a proponerte un juego.
¿Te gustan los juegos?
June Morris: Supongo, si no son aburridos.
Inspector Anderson: Voy a poner en la mesa seis
fotografías de seis personas distintas…, como esta…, pero
que se parecen un poco al Entrenador Terry. Quiero que me
digas…
June Morris: Ese. El número cuatro. Ese es el Entrenador
Terry.

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