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La reunión con Marcy se concertó a las ocho de esa noche en casa de los
Maitland. Howie Gold telefoneó a Ralph para dar luz verde y le anunció
que Alec Pelley también estaría presente. Ralph preguntó si podía
acompañarlo Yune Sablo, en caso de que le fuera posible.
—Bajo ninguna circunstancia —contestó Howie—. Como traiga al
teniente Sablo, o a cualquier otra persona, aunque sea su encantadora
esposa, se cancelará la reunión.
Ralph accedió. No le quedaba más remedio. Para entretenerse, pasó un
rato en el sótano desplazando cajas de un lado a otro y dejándolas al final
en el mismo sitio. Luego cenó de mala gana. Con dos horas todavía por
delante, abandonó la mesa.
—Voy al hospital a ver a Fred Peterson.
—¿Por qué?
—Siento que debo hacerlo.
—Si quieres, te acompaño.
Ralph negó con la cabeza.
—Desde allí iré directamente a casa de los Maitland.
—Te estás pasando. Vas a acabar hecho un guiñapo, como decía mi
abuela.
—Estoy bien.
Jeannie le sonrió dando a entender que a ella no la engañaba y a
continuación se puso de puntillas y le dio un beso.
—Llámame. Pase lo que pase, llámame.
Él le devolvió la sonrisa.
—De eso nada. Volveré y te lo contaré en persona.

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