Capitulo 36

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16 de Octubre de 2017, 01:46 hrs.

El cuerpo borroso de Gavin alejándose mientras él no podía hacer nada lo hizo despertar de sobresalto, sintiendo como el dolor entumecía su cuerpo casi por completo. Apretó la mandíbula y cerró los ojos con fuerza pues sus hombros y su pierna dolían tanto que solo quiso volver a dormir.

—Mierda... —susurró.

Abrió sus ojos poco a poco y vio la habitación amplia donde estaba. Las paredes color damasco y la gran lampara encima de el le indicaba que estaba quizás en un tipo de hotel. Movió uno de sus brazos lentamente, el cual dolía menos y tocó su pecho vendado, luego tocó sus hombros y notó que los vendajes se distribuían casi por toda la parte superior de su cuerpo. Intentó estirar más su brazo, pero algo lo detuvo: una vía intravenosa en el dorso de su mano.

—Tranquilo, deja que la droga haga efecto.

La voz proveniente de algún lugar dentro de la habitación hizo que Bruce intentara levantarse, pero sus piernas no lo permitieron, no le respondían, así que simplemente se limitó a escuchar como aquellas pisadas se movían por el lugar, abriendo cajones, buscando algo.

—Con esto deberías de estar mejor mañana, es una droga que robé en China. No todo lo que es hecho en china es malo...—El hombre soltó una risa casi inperceptible.

Se acercó a Bruce, pero este seguía sin poder verle el rostro ante la indisposición de su cuello. Aun así, comprendió que el hombre le había inyectado algo atraves de la vía intravenosa de su brazo, pues sintió como si hielo se colara entre sus venas y músculos.

—Tomará un par de horas más para que se cierren tus heridas, es una droga experimental, pero funciona de maravillas —agregó el hombre alejándose y finalmente sentándose en una esquina de la cama. —¿No reconoces mi voz?

Bruce no lo hacía. Entre el dolor de su cuerpo y la ahora imparable sensación de entumecimiento que aquella droga le producía en sus extremidades como si estuvieran cubiertas por una capa de hielo, no era capaz de prestarle atención a la voz de aquel hombre, solo sabía que lo estaba ayudando, y al menos eso lo descartaba de ser un enemigo.

—Déjame darte una pista...

Bruce sintió como el hombre se levantaba de la cama y se posicionaba en un extremo de la habitación, plantando sus pies firmes en la alfombra del lugar.

—¡Recluta O'Donnell! —vociferó con voz gruesa el hombre en la habitación haciendo que Bruce se estremeciera.

No había duda, los recuerdos de su mente se sacudieron quitándoles el polvo de encima, y Bruce maldijo para su interior, pero también sonrió levemente.

—No grite mi comandante, no se grita a los soldados heridos.

La respuesta de Bruce hizo que el hombre volviera a sentarse en el borde de la cama.

—Excelente.

Bruce suspiró y pronto sintió como el hombre lo ayudaba a sentarse, y le apoyaba la espalda en el respaldo de la cama. Finalmente, Bruce vio a aquel hombre frente a él. Su cabello con haces blancos y medio largo al igual que su barba demostraba que si había pasado tiempo desde que lo había visto por ultima vez, sin embargo, las expresiones y el físico macizo del hombre reflejaban algo completamente opuesto, como si el tiempo no transcurriera en él.

—General Miller.

—Ahora soy solo Clint —respondió el hombre de ojos verdes.

—¿Cómo?

—Tuve que elegir...

—No —interrumpió con dificultad Bruce— Me refiero a como me encontró...

—Tienen buenos sistemas de comunicaciones, la mafia ha invertido en eso. Ya venía en camino como respaldo, pero al parecer las cosas ocurrieron más rápido de lo que se tenía planeado.

—No entiendo —agregó Bruce y aunque era fácil de hacerlo, el hombre aun no estaba con todos sus sentidos vividos.

Clint suspiró.

—Te lo explicaré más tarde, ahora debes descansar.

Bruce rápidamente recordó a Gavin.

—Gavin —dijo y en un impulso involuntario su cuerpo intentó levantarse.

—Hey —Clint lo tomó de los hombros y lo mantuvo en su lugar—. No puedes hacer nada ahora, pero ya estamos trabajando en eso.

—No. Lo tienen... —agregó Bruce ignorando lo que Clint había dicho.

—¡Hey! —vociferó Clint. —Cálmate de una puta vez.

Bruce miró a los ojos verdes de Clint y notó que estaba actuando como un niñato, así que se dejó caer en el respaldo de la cama mientras recordaba lo que había sucedido. Los pies arrastras de Gavin perdiéndose a lo lejos, y Bruce sin poder moverse. También recordó a aquella cosa que los había atacado, a esa criatura grotesca cubierta de llagas y de fauces repletas de dientes disparejos que intentaron devorarlo de un mordisco.

—Volveremos a New York mañana —dijo Clint mientras se levantaba y desde el closet de la habitación sacaba un bolso enorme que hurgó con calma.

Bruce no respondió.

—Se bien lo que piensas, pero no hay nada que podamos hacer, así que nos reuniremos con Morgan.

—¿Lo llamas por su nombre?

Clin lo miró y embozó una sonrisa.

—¿La mafia? —preguntó nuevamente Bruce.

—Siempre ha sido así —agregó Clint— ¿o acaso olvidas quien te dio el contacto de Morgan?

—Fue un drogadicto en la frontera de Alabama —respondió Bruce seguro de lo que decía.

—Si, uno que envié yo. Tenías potencial, y no me equivoqué al parecer —agregó el hombre finalmente marcando un numero en su celular, llevándose el dispositivo a su oreja y esperando que alguien contestara.

Bruce no husmeó en aquella conversación, el dolor punzante en todas partes de su cuerpo no le dejaban concentrarse en otra cosa. Tenía sueño, quizás el hecho de que la droga en su cuerpo estuviera haciendo efecto hizo que Bruce no pudiese contener el pesar de sus parpados. Sentía su cuerpo apretado, los vendajes al parecer estaban bien sujetos, sin embargo, entre su soñolencia, Bruce pasó por alto que no eran los vendajes lo que lo hacían sentir de esa forma, apretado y completamente encadenado, y tampoco era la droga. Lo que el mafioso sentía era diferente, nacía desde lo más profundo de su pecho y afectaba todo su cuerpo, como un palpitar general, uno que se extendía a un ritmo constante, un ritmo que marcaba cada dos segundos la ausencia de algo, de algo importante, de Gavin. 

Nine Mafia: Proyecto Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora