15 de Octubre de 2017, 22:24 hrs.
Robert parecía desconcertado mientras leía aquella carta, aquella hoja plateada. Sus ojos estaban fijos deslizándose entre las líneas mientras su mandíbula se tensaba.
—Veamos, veamos...
La voz de la mujer rubia adentrándose en el vestíbulo a paso calmo (pues había tomado medicinas para el dolor de su pierna) hizo eco en el lugar. Al ver a todos los hombres armados, sonrió, pues era tal cual Selena se lo había comentado, aquella escena mientras el general leía una carta.
—Samantha, llegas justo a tiempo. —dijo Morgan mirándola de reojo con una apariencia calmada y risueña.
—Patrón, no me lo perdería por nada. —respondió la mujer.
Robert seguía sin sacar la vista de aquella carta.
Era aquello por lo cual Morgan había acordado una reunión con el Gobernador de New York. Aquella reunión que había sido coordinada por Benedict, sin embargo, este no había podido entrar a la oficina. Morgan conocía bien las maniobras que el padre estaba usando para ser doble agente, así que lo mantuvo por primera vez en muchos años, afuera de una conversación tan importante.
El Mandato de Plata, era una de los tantos secretos del Gobierno Estadounidense ¿su función? Una simple orden que quien fuera que lo leyera debería acatar, no solo por orden de un gobernador, sino por propia orden del presidente. Este mandato era especifico y no deambulaba en temas transversales, sino que iba directamente a uno en particular...
—Impunidad...—murmuró con su voz ronca y expresión tensa el general de los agentes.
—El gobierno de los estados unidos nos ha otorgado impunidad ante la ley.
La voz de Morgan era una montaña rusa, un momento podía ser carismática y apacible, mientras que en otros, como en ese preciso momento al dirigirse hacia el general era profunda y mandataria, no dejaba cavidad a preguntas ni a discusiones.
—Esto es falso. —gruñó Robert.
—Pues tiene la firma del presidente, pero si gustas podemos llamar al gobernador, perdón, a la gobernadora para que corrobores.
Morgan sacó su celular y frente al general marcó el numero de la nueva gobernadora, mostrándoselo a Robert quien con un golpe furioso arrancó el celular de en medio arrojándolo al piso y rompiéndolo.
—Lo tenías previsto ¿no?—preguntó agresivo Robert dando un paso al frente quedando más cerca de Morgan, quien no se inmuto y dio un paso hacia al general, ambos eran de la misma estatura y sus ojos quedaron fijos en el otro.
—La carta fue clara, pero te dejaré un mensaje. Si tocas a uno de mis súbditos mientras la impunidad este en pie, te arrancaré los ojos con mis propias manos.
La voz vil de Morgan causo un escalofrío en todos los agentes cercanos que lo oyeron, pero no en Robert, él no temía, hace mucho que ya no le tenía miedo a la mafia, no desde que había sido ellos los culpables de la muerte de su esposa en aquel tiroteo en Manhattan hace cuatro años.
—Vas a caer Morgan Jackman, serás el primero. —dijo Robert embozando una sonrisa agria mientras sentía en su labio superior posarse el sudor debido al estrés de la situación.
—Hoy no.
La alegoría que usaba el Patrón para hablar era una de las tantas manías que tenía cuando ganaba una batalla, él no se ceñía por el dicho de que hay que ganar la guerra, para él cada batalla por mantener a la mafia en lo más alto era una victoria, y esta la sabroseaba aún más, aun cuando el gusto amargo de la situación de Gavin y Bruce no paraba de estar detrás de su paladar.
Robert dio la orden a todos los hombres de retirarse, estos no hicieron preguntas y simplemente bajaron sus armas saliendo del lugar. Robert fue el último, miró de costado a Morgan y Samantha, y luego escupió en el suelo, dejando su cuerpo perderse entre la luz roja a lo lejos, aquella que indicaba que ya estaban afuera del callejón 9.
ESTÁS LEYENDO
Nine Mafia: Proyecto Espejo.
General Fiction「Martes y Viernes」Bruce O'Donnell y Gavin Farrell, son dos amantes que cumplen con su deber como parte de los subjefes de la mafia. La pasión de ambos por su oficio solo es comparable con la que sienten entre ellos, y es la motivación más poderosa q...