12 de Octubre de 2017, 19:30 hrs.
El camino hacia el restaurant se había tornado en una lluvia de disparos en cosa de minutos, en una de las pocas noches que tenían para disfrutar de una hermosa velada. Incluso habían decidido vestir camisas blancas, cosa que no hacían muy a menudo. Gavin y Bruce se encontraban detrás de su automóvil acorralado por más de siete agentes federales. Las chispas saltaban por todos lados, y el olor a metal y a aceite quemado había comenzado inundar el aire.
—Se supone que llegaríamos a tiempo para la cena —gruño Gavin mientras las balas no dejaban de chocar contra el acero del automóvil que los cubría.
—Lo siento, cariño, pero aun podemos llegar a tiempo —Bruce se encontraba a su lado con su espalda apoyada al automóvil—. Además, aún falta media hora.
—Oh... —musitó Gavin apoyándose en el auto mirando el reloj en su muñeca—. Tienes razón, pero quería lucir bien, nunca solemos cenar afuera. —El joven estaba enojado, se notaba por como fruncía el ceño.
—Lo lamento, cariño —respondió Bruce con mirada amable.
Entonces los disparos provenientes del otro lado se intensificaron. Los agentes comenzaron acercarse lentamente, precavidos sin dejar de disparar contra ellos, gritando que se rindieran, que la mafia ya estaba acabada, pero aquella frase ya la habían escuchado en tantas ocasiones que ya les era algo parecido a un chiste.
—Deberíamos apurarnos...—recomendó Bruce a Gavin—. Digo, si queremos cenar a tiempo.
Gavin cambio su mirada a una más feroz, aquella que significaba que estaba listo para contratacar, y Bruce asintió a su llamado.
—¿Lo probamos? —preguntó Gavin mostrándole dos pequeños cartuchos a Bruce, uno del tamaño de una carta de póker y otra no más grande que cinco centímetros de diámetro.
—¿En serio los cargas contigo? —preguntó Bruce con tono ingenuo.
—Esperaba la ocasión perfecta para testearlo... —respondió Gavin dándole el pequeño cartucho a Bruce.
Bruce sacó de adentro del cartucho un lente de contacto poniéndoselo inmediatamente y Gavin lanzó el cartucho más grande hacia los agentes, lo que hizo que de pronto todo el lugar se cubriera de niebla, imposibilitando que alguien pudiera ver a más de un metro de distancia.
—¡Que no escapen! —gritó uno de los agentes.
—¿Escapar? —Gavin estaba a su costado derecho apuntando su Glock 17 en la cien del agente—. Nosotros jamás escapamos.
La bala atravesó el cráneo del hombre y su cuerpo sin vida cayó al suelo.
Todo quedó en silencio después de ese disparo. Los demás agentes miraban hacia todos lados pero solo veían esa niebla rodearlos, intentaron usar sus radios para pedir refuerzos, pero estas parecían no funcionar, la niebla interfería en todo tipo de comunicación radial. Entonces un hombre, un agente mayor ordenó a todos los demás que no retrocedieran que debían capturarlos. Aquel agente comenzó a mirar atentamente hacia todos lados, hasta que vio una silueta moviéndose agresivamente.
—Te encontré... —susurró el hombre al ver como Gavin atacaba a uno de los agentes.
Apuntó su arma hacia el joven, pero antes de disparar, su muñeca se quebró. El agente cayó de rodillas mientras su arma caía lejos.
—No te lamentes, jamás dejaría que alguien lo hiera.
Bruce apareció frente a el de improvisto. Su ojo derecho brillaba debido al lente de contacto que le permitía ver entre la niebla debido a la proyección de calor de los cuerpos. Empuñaba su manopla negra con la cual había golpeado la muñeca del hombre dejándolo de rodillas gimiendo de dolor. El agente intentó retroceder, pero el mafioso golpeó su rostro dejándolo inconsciente en el suelo.
Bruce no tenía planes de matar a alguien esa noche con una hermosa velada por venir, pero simplemente le gustaba «prevenir antes que lamentar», ese era su lema, al igual que Gavin, quizás por eso se entendían tan bien, la diferencia era que Bruce odiaba usar armas de fuego mientras que Gavin lo amaba. La lluvia de disparos cesó al cabo de un par de minutos, y la niebla desapareció.
De los siete agentes, solo dos resultaron muertos, mientras que los otros que huían del lugar a toda prisa solo estaban heridos levemente. Los automóviles estaban hecho trizas y las armas de fuego y las balas usadas se esparcían como hojas sobre el pavimento.
—¿Qué hora es? —preguntó Gavin acercándose mientras escupía algo de sangre ya que su labio tenía un corte.
—Las siente cincuenta y dos.
—¡Los recuperaremos! ¡A todos los que han secuestrado! —gritó uno de los agentes dejando la escena rápidamente.
—¿De qué habla? —preguntó Gavin.
Bruce se acercó mientras se sacaba el lente de contacto de su ojo y lo guardaba, y desde el bolsillo interno de su blazer sacó un pañuelo blanco con el cual limpio la herida de Gavin, quien al parecer había perdido la parte superior de su traje y su camisa blanca estaba manchada de pequeñas gotas de sangre. Bruce solo tenía un rasguño en su cuello, un arañazo nada serio.
—Que nos dijo Samantha sobre alejarnos... —murmuró Bruce mientras seguía limpiando el labio de su amado suavemente, sin perder de vista a los agentes que se subían a sus automóviles y desaparecían.
—Si, lo sé, lo siento —gruñó Gavin, odiaba que Bruce lo regañara, o más bien le dijera siempre lo mismo—. ¿No te duele?
Gavin pasó las yemas de sus dedos suavemente por el rasguñó de Bruce, quien ni siquiera chistó.
—Llama a Clara —ordenó suavemente Bruce guardando su pañuelo.
—¿Por qué yo? Sabes que me odia... —respondió Gavin.
Bruce metió la mano a su bolsillo delantero del pantalón y sacó su celular. Estaba destruido, una bala le había alcanzado.
—Bien —accedió molesto Gavin.
Bruce se acercó y besó su frente. Comenzaron a caminar entre los dos muertos del piso, buscaron sus nombres para dejárselos saber al jefe, pero no los encontraron, no tenían sus placas, es mas no tenían ningún tipo de identificación, pero sus armas indicaban que efectivamente eran de la Agencia Federal de Policías de Manhattan.
—¿Qué le digo a Clara? —preguntó Gavin mientras sostenía el celular en su oreja esperando contestaran desde la oficina.
—Que se apresure, y que trate de identificar estos cuerpos,. —Bruce estaba agachado observando la escena y tratando de identificarlos de alguna forma.
—Bien...
Bruce se puso de pie y antes de responderle, Clara atendió el llamado de Gavin, quien le explicó lo sucedido. Era su trabajo, el trabajo de limpieza de la Mafia, así que Gavin y Bruce siguieron su camino. El mayor se sacó su blazer y lo extendió sobre los hombros de Gavin, sabía que su amado era friolento, aun en las noches cálidas.
—No me trates como una chica, cuantas veces te lo he dicho.
Gavin tenía la costumbre de enojarse por todo, aunque realmente no lo hacía, simplemente tenía esa personalidad desafiante e impulsiva, sin embargo, se ajustó el bléiser de Bruce, el cual era notablemente más ancho de los hombros.
—Quiero una copa de vino, un Chadwick Cabernet Sauvignon, quizás del 2014 —soltó en voz baja Bruce mientras salían del callejón y las luces vividas de los postes de la ciudad los iluminaban.
—Yo langosta, ¿crees que tengan? —preguntó Gavin luego que su estómago rugiera.
Bruce sonrió mirando a su costado y pasando su brazo sobre los hombros de Gavin.
—Por supuesto que si, cariño, por supuesto que si.
ESTÁS LEYENDO
Nine Mafia: Proyecto Espejo.
General Fiction「Martes y Viernes」Bruce O'Donnell y Gavin Farrell, son dos amantes que cumplen con su deber como parte de los subjefes de la mafia. La pasión de ambos por su oficio solo es comparable con la que sienten entre ellos, y es la motivación más poderosa q...