Capitulo 11

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14 de Octubre de 2017, 10:47 am.

El Patrón caminó con paso calmo hasta que llegó al edificio de la gobernación de New York. Vestía como siempre, pero esta vez llevaba un sombrero para ocultar parcialmente su rostro con la sombra que este proyectaba.

Subió los escalones y frente a la gran entrada, un par de guardias lo detuvieron. El hombre no se incomodó, simplemente dejó que lo vieran fijamente a los ojos. A esos ojos oscuros y viles, fue reconocido de inmediato, sin embargo, los guardias de expresión fría lo dejaron pasar.

Un poco más adelante vio a una mujer joven, baja y de cabello castaño atado con una trenza que caía por sobre su hombro derecho.

—La gobernadora lo espera. —dijo la mujer que vestía de forma ejecutiva guiando rápidamente al patrón quien no pronunciaba ninguna palabra aún.

Caminaron por largos pasillos, recodos, y mas pasillos, hasta que finalmente la mujer lo dejó frente a una puerta de madera color caoba bastante robusta.

La puerta se abrió rápidamente y cuatro hombres salieron parándose de forma intimidante frente al patrón, pero este contuvo las ganas de reírse, para él eran como pequeños niños jugando al guardaespaldas.

—No lo revisen, no los dejara.

La voz proveniente de adentro de la oficina del gobernador fue clara, una dama emergió de la entrada. Tenia mas de cuarenta años y un semblante poco amigable, usaba falda larga y anteojos redondos y viejos. La mujer lo hizo pasar rápidamente y las puertas detrás de ellos se cerraron.

—Gobernadora...—dijo el patrón finalmente al verla saludándola con cortesía y sacándose su sombrero para sonreír animosamente como siempre. —¿Disfruta de su puesto momentáneo?

—¿Dónde lo tienes? —preguntó la mujer rápidamente.

—¿A quién?

—¿Dónde está el gobernador?

—¿Andrew Cuomo? ¿Cómo habría de saberlo? Ustedes se supone que deberían cuidarlo.

—No te hagas el idiota. —objetó la mujer. —Se que tú y la mafia están detrás de todas esas desapariciones, Andrew los descubrió por eso lo eliminaste.

El patrón soltó una pequeña risa sentándose en uno de los sillones cerca de la entrada.

—Jamás vi a una mujer más perdida que tú, y eso que suelen tener buenas corazonadas. —dijo el hombre.

—No saldrás de acá sin antes decirme...

—Ah...—suspiró irritado el patrón. —pero que zorra estúpida eres.

La voz del hombre interrumpiendo a la nueva gobernadora cambio notablemente a una más agresiva, vulgar y descarada mientras su mirada feroz petrificaba a la mujer en su lugar.

—¿Piensas que soy tan imbécil para venir a este lugar si tuviera al hijo de perra de Andrew?

La mujer no respondió.

—Si Andrew tuviera pruebas de algo; cosa que lo haría el primero, no hubiera siquiera dejado pasar dos minutos sin advertirme que iría a por los míos. —agregó el patrón echándose hacia adelante apoyándose sus codos en sus rodillas mientras miraba a la mujer. —Andrew desapareció y no fue por la mafia.

—¿Entonces quién? —preguntó la mujer tragando saliva mientras comenzaba a notarse su nerviosismo.

El patrón sonrió.

—Oh... ya veo. —el hombre entendió por completo la situación. —Aun no dan aviso de que Andrew Cuomo despareció ¿no es así?

La mujer no reacciono.

—No tienen nada contra nosotros, ni una prueba en todos estos años, no han conseguido nada. El trabajo de estos raptores que tomaron a Andrew es tan prolijo como el nuestro, es por ello que pensaron que éramos nosotros.

—¿Quién más podría ser? —volvió a preguntar la mujer.

—No me llamaste para preguntarme eso Elisabeth, me llamaste porque tus hombres son unos ineptos incapaces de rastrear incluso a su propio gobernador.

El hombre se puso de pie acomodando su abrigo en sus hombros y se dispuso a dejar la oficina, pero antes de salir dejó salir el mensaje por el cual se había tomado la molestia de ir hacia ese lugar.

—Ustedes saben muy bien lo que quiero, y hasta no obtenerlo, contare atentamente cuantos políticos y gobernadores desaparecen, y tomaré un sorbo de wiski por cada uno. —dijo embozando una sonrisa ladeada.

—Varios de los tuyos también podrían desaparecer. —agregó la mujer rápidamente tratando de conmocionar al patrón, pero este se volvió a poner su sombrero.

—Por un bien mayor. —contestó el hombre dejandola oficina y prontamente el edificio de la gobernación. 

Nine Mafia: Proyecto Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora