Capitulo Expediente

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Yona Colfer, 25 años, Subjefe, Líder de Informática y Electrónica de Nine Mafia.

Aún era temprano cuando su alarma sonó. Yona quiso quedarse un poco más en la cama, pero recordó que ese día era el único que tendría libre, ya que de seguro las cosas se complicarían una vez Selena tuviera la información necesaria para desenmascarar a los atacantes. Se dio una ducha fría que recorrido su cuerpo erizando su piel blanca. Se vistió con una camisa manca cortas negra como de costumbre, pantalones de buzo ajustado y guantes de cuero. Tomó una barra energética de sobre el mesón de la cocina, su casco de motocicleta que estaba sobre el sillón casi nuevo y su chaqueta de cuero marrón y gastada que colgaba del respaldo de una silla, saliendo finalmente de su pequeño departamento.

Luego de una hora de viaje por la carretera que se introducía por calles repletas de árboles y casas victorianas, llegó a su destino, los guardias le pidieron identificación, a lo que este les entregó su carnet de identidad, siendo admitido en el recinto.

Se estacionó en los estacionamientos afuera de la gran infraestructura, y antes de entrar pasó al pequeño puesto de donas, compró dos y entró al edificio. Nuevamente le pidieron su identificación y lo llevaron hacia el jardín trasero del lugar. Era una gran casona blanca, rodeada de jardines coloridos y amplios terrenos verdes cercados con hermosas paredes de concretos altas y llenas de enredaderas, mientras que el interior del lugar era brillante, prolijo y limpio, silencioso y de alguna forma bastante calmado.

—Hoy ha estado muy bien, despertó con ánimos e incluso preguntó por usted. —dijo una enfermera al lado de Yona, quien miraba a una mujer a lo lejos mientras ambos se detenían en un gran ventanal mirando hacia afuera, hacia el gran jardín.

—Gracias. —se limitó a responder el joven colorín, dejando atrás a la enfermera y caminando por el sendero de piedras que lo guiaban por el jardín cubierto de césped recién cortado, hacia la banca donde se encontraba sentada dicha mujer. —Buenos días...

Su voz a diferencia de días anteriores, sonaba calma, suave y muy cálida.

La mujer de pelo canoso, con algunas manchas en su piel arrugada y ojos pardos como él se giró y sonrió.

Yoyo...—murmuró la mujer mientras Yona se inclinaba recibiendo un abrazo.

—Hola mamá, mira lo que traje...—contestó el joven sentándose a su lado en la banca.

—Donas, ¿las enfermeras te lo permitieron?

—Dijeron que hoy estabas mejor, y así parece.

—Soñé contigo, eso hizo que mis ánimos se sacudieran hacia la superficie. —añadió la mujer alegre con voz suave.

—¿Sí? ¿Qué soñaste?

—Estábamos en el jardín de niños ¿recuerdas como llorabas cuando iba a dejarte?

Yona se sonrojó y sonrió.

—Bueno, ese día tu querías devolverte a casa conmigo, pero no te dejé, así que cuando te fui a buscar una vez terminó el jardín tú me dijiste que como recompensa debía comprarte una computadora.

Yona volvió a sonreír amablemente.

—No era un sueño mamá, era un recuerdo... —dijo este. —Y me la compraste.

La mujer lo miró por unos segundos y sonrió algo nerviosa.

—¿Te compré que cosa? —preguntó confundida.

—La computadora...

—¿Qué computadora? —volvió a preguntar la anciana.

Los ojos de Yona se nublaron, pero no era de sorprenderse, la última vez también había sido así, un sagaz momento que se perdió a los minutos. Ella lo había reconocido, pero se volvió fragmentar, si bien la droga que la mafia producía para enfrentar el Alzheimer de su madre era efectiva, no terminaba por reparar aquello que ya estaba roto.

Yona se había hecho parte de la mafia para ayudar a su madre, para permitirles estar juntos un poco más, para ganar tiempo suficiente para que la mafia creara una cura, y aunque sabía que no era prioridad, pensaba que prontamente la tendrían, o al menos eso quería creer.

Yona levantó la mano lentamente llamando a una enfermera para que esta se acercara antes de que su madre preguntara aquello que más le dolía, la enfermera se acercó a paso rápido y calmó a la mujer que estaba nerviosa por la presencia de ese joven desconocido. El pelirrojo se puso de pie y caminó por el jardín hacia la salida, pero antes abandonarlo por completo, lo escuchó, aquello que no dejaba de doler aun después de tanto tiempo.

—¿Quién es el? —pronunció su madre a lo lejos.

Nine Mafia: Proyecto Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora