Capitulo 2

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12 de Octubre de 2017; 20:23 hrs.



—¿Crees que salga? No tengo muchas blancas.

La pregunta de Gavin sacó una sonrisa ladeada de Bruce. La sangre jamás saldría de esa camisa blanca, jamás lo hacía, por eso en la "Nine Mafia" era obligación vestir completamente de negro, camuflaba la sangre, o al menos esa era de las razones más superficiales. 

Estaban uno de los restaurantes más elegantes de la ciudad, aquel de mesas redondas y de manteles blancos con pequeños candelabros sobre cada mesa. Todos ahí asistían con trajes lujosos, y aunque Bruce y Gavin no llamaban necesariamente la atención, si lo hacía la mancha de sangre en el cuello de la camisa de Bruce, quien había decidido darle su bléiser a su acompañante para que disimulara la suciedad de su ropa, lo cual no estaba dando resultados.

Un camarero se acercó a ellos y les presentó la carta, efectivamente había langosta, a Gavin se le iluminaron los ojos y Bruce solo sonrió, lo amaba, en sus cinco años de relación jamás se había apaciguado esa llama en su interior.

—¿Algo para beber? —preguntó el camarero una vez Gavin le había ordenado la langosta.

—¿Chadwick Cabernet Sauvignon? —preguntó Bruce al mesero de cabello corto y ojos marrones.

—Del 2014 —respondió el mesero de forma elegante.

—Excelente —dijo Bruce y el mesero asintió y se retiró con elegancia.

El lugar estaba impregnado de hombres y mujeres de traje, elegantes y ejecutivos, era una fachada perfecta, el mejor restaurant de Manhattan servía como fachada para los negocios turbios de la mafia, además de un centro de flujo de información constante, pero esa noche ni Gavin ni Bruce participaban de ello, solo eran dos clientes antelando una hermosa y tranquila velada envuelta en música de Jazz, o al menos eso querían que fuera.

—Me gusta tu corbata —soltó de pronto Gavin quien era un caballero cuando se trataba de Bruce, con su mirada era amable y suave cuando lo veía a los ojos, demostraba su preocupación por hacer que el hombre frente a él se sintiera a gusto con su presencia así que trataba de ocultar su egocentrismo e indomable personalidad, pero Bruce lo conocía bien y lo amaba con todas sus diferencias.

Gavin se había unido a la mafia a la edad de siete años. Un extraño lo había sacado de los basurales en los callejones y lo llevó al Callejón Nueve donde creció bajo la sombra sangrienta de la mafia. Asesinó a catorce personas a la edad de doce años. Fue una de las cuantas grandes adquisiciones de la mafia, un niño capaz de matar a sangre fría sin remordimientos. La piel de Gavin se había lastimado un poco con el paso del tiempo, más simplemente seguía igual de atractivo para los ojos que contemplaran al joven. Tenía ojos negros profundos y el cabello desordenado, tal cual como solía ser la mafia, una organización sin rumbo, guiada por la mano de un hombre demente que no parecía tener otra cosa en la cabeza que usarla para derramar sangre sin motivos, buscando riñas y batallas imposibles de ganar, sacrificando sin medida a peones e incluso torres y alfiles. La muerte de aquel líder trajo con ella a uno nuevo, un sucesor digno de estar en la cabecilla, uno que no temía salir al frente y proteger a sus súbditos, si bien la mafia no se caracterizaba por seguir el camino de la ley, al menos gracias al nuevo jefe, no se interesaba en causar altercados que comprometieran sus objetivos, entre ellos, el crecimiento desmedido de su control en el gran distrito de Manhattan.

—Gracias... —respondió Bruce al alago de Gavin con respecto a su corbata, mientras miraba a los ojos de su acompañante.

La cicatriz en el mentón de Gavin era realmente cautivadora para Bruce, le producía una atracción excesiva el contemplar incluso sus defectos bajo la luz cálida de los candelabros que colgaban del alto techo, como también le era un recordatorio de que no eran invencibles.

Nine Mafia: Proyecto Espejo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora