En un mundo asediado por la discordia entre humanos y seres mágicos llamados "ents", Nora, escapa de las garras de supuestos aliados, lanzándose hacia lo desconocido, ansiosa por saborear la libertad tras un año de cautiverio. Sin embargo, lo que ig...
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Adham y Kieran estaban atentos a cualquiera que pudiera llegar preguntando por el príncipe Garrett y, afortunadamente, los soldados que habían pasado hacía un rato no habían hecho demasiadas preguntas y los tomaron por otros críos jugando a ser guardias reales. Unos minutos más tarde, Duncan llegó con el desayuno.
—Tomad, voy a entrar a darle esto a la señorita Nora —informó a sus hermanos.
—Seguro que muere de hambre —se compadeció Adham, el de ojos azules.
—Yo ya no aguantaba más, fuiste lento —anunció el de ojos color rubí quejumbroso.
—Discúlpame Kieran, pero tenía que explicarle a mamá por qué necesitaba cuatro desayunos en vez de tres.
Adham por poco se ahoga con el bocadillo ante la respuesta de Duncan y preguntó más preocupado de lo que quería sonar:
—¿Y qué le dijiste?
—La verdad, claro.
Esta vez fue Kieran quien por poco se atragantó con su desayuno ante la seguridad con la que hablaba el hermano de ojos amarillos.
—No hablas en serio, ¿verdad?
—Tranquilos, le dije que seguíamos ayudando al señor Varlan y al príncipe y que todavía no había desayunado —concluyó Duncan.
—¿Y te creyó?—Kieran dudaba mucho aquello.
—Por supuesto que-
—No.—La voz de una mujer se alzó a espaldas de Duncan, interrumpiéndolo.
Los trillizos se quedaron de piedra al escuchar la voz de su madre tan clara y afilada como únicamente ella sabía poner cuando estaba realmente molesta. Duncan sólo pudo observar el horror en el rostro de sus hermanos que miraban por encima de su hombro todavía con el desayuno en sus bocas.
