En un mundo asediado por la discordia entre humanos y seres mágicos llamados "ents", Nora, escapa de las garras de supuestos aliados, lanzándose hacia lo desconocido, ansiosa por saborear la libertad tras un año de cautiverio. Sin embargo, lo que ig...
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Al salir del bosque, Nora vio a los trillizos muy inmersos en su entrenamiento, así que procuró no hacer ruido para no distraerlos. Regresó, siguiendo las indicaciones que Varlan le había dado cuando la llevó en la mañana y sonrió al recordar cómo había dejado al príncipe en medio del bosque, deseando más; sin embargo, aquello también la había afectado. Se sentía turbada y las palpitaciones en su cuerpo comenzaban a ser molestas con cada paso que daba alejándose de él, al tiempo que su estómago emitía graves sonoros al haber gastado todo combustible digerido en el desayuno durante aquel intenso entrenamiento. Afortunadamente, Nora sabía exactamente a dónde ir para calmar su apetito y tranquilizar sus sentidos.
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Sumergida en sus pensamientos, Gaia levantó la vista para encontrar los hermosos ojos rasgados de su hija mayor mirándola con atención y cejas elevadas.
—Hola, ¿y esas fresas?
Lis hizo ademán de tomar uno de los trozos que Gaia acababa de cortar, cuando esta última golpeó levemente su mano para detenerla, a lo que Lis, respondió de manera teatral y sobre actuada. La mayor observó a la más joven con ternura y nostalgia en el rostro mientras volvía a la normalidad.
—Son para el postre. Tengo entendido que a Nora le gustan mucho y después de un entrenamiento con el príncipe Garrett, seguro le harán falta.
—¿Dónde está Hax?
—Durmiendo. Entre su llegada y la mutación de los chicos no ha tenido tiempo de descansar.
