En un mundo asediado por la discordia entre humanos y seres mágicos llamados "ents", Nora, escapa de las garras de supuestos aliados, lanzándose hacia lo desconocido, ansiosa por saborear la libertad tras un año de cautiverio. Sin embargo, lo que ig...
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Nora y los trillizos, habían sido llevados al portal sin incidentes y afortunadamente, llegaron a una playa que dejaba atrás cualquier rastro de frío. Lo primero que hicieron, fue quitarse las chaquetas y camisas de manga larga, cambiándolas por unas de manga corta y tela más delgada.
Cuando terminaron, se percataron de la presencia de un ent de fuego a unos cuantos metros de distancia, acercándose a ellos con una sonrisa contenida en el rostro.
—¡Hola! Soy Rowan; me alegra conoceros al fin —se presentó el ent con una contagiosa felicidad.
—Mucho gusto; yo soy-
—Nora; y vosotros tenéis que ser Adham, Duncan y Kieran —añadió a la vez que miraba a cada uno de los niños correctamente, dando a entender que sabía perfectamente a qué iba.
»Perdonadme, estaba muy emocionado de conocer al fin al fénix y a los protegidos de Tierra. ¿Y dónde está el príncipe de los elfos?
—Nos alcanzará después. Y no te preocupes —aseguró la joven alzando las manos en gesto despreocupado—. No quisiera ser grosera ni mucho menos Rowan, pero tenemos algo de prisa y-
—¡Por los Elementales! Claro, por favor disculpadme y seguidme. Os llevaré con mi señora Ameenah Caimile de inmediato.
—¿Quién es?
—La Elemental a la que custodio; Fuego misma —declaró al fin, con un tono de orgullo aflorando en cada poro de su piel.
Los trillizos estaban inquietos y dedujeron que viajar como bestias con ambos sobre sus lomos sería más rápido y eficaz, así que se pusieron de acuerdo con ellos y se transformaron para que Kieran cargara a Nora y Adham a Rowan mientras Duncan cubría la retaguardia. El joven guardián de Fuego, caracterizado con su usual vestimenta estaba sumamente emocionado y durante el camino a su destino, les estuvo haciendo un pequeño tour de su hermoso hogar a la vez que los guiaba.
Todos estaban estupefactos; esperaban una tierra llena de sequía, calurosa y con ríos de lava por montones, pero durante aquel recorrido se alegraron de encontrar todo lo contrario a lo imaginado: Hacía calor, sí, pero la brisa formaba parte del entorno, llevando la humedad por todas partes, creando una poderosa combinación de plantas de todos los tamaños y colores, haciendo del paisaje, uno sumamente vistoso, contrastando con un majestuoso cielo azul.
