CAPÍTULO 14 - Avidya

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           Era el fin

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           Era el fin. Nora sólo había podido observar los esfuerzos descomunales de los trillizos antes de caer y no pudo hacer nada para evitarlo; nada, excepto cerrar sus ojos y pedir que un milagro ocurriera, el que fuera.

Y en un segundo, dejó de sentir ese vértigo tan característico en la boca del estómago.  Los cuatro seguían tomados de las manos, pero ahora, algo más los estaba sujetando. La raíz de un árbol que salía de entre la tierra del risco los agarró por la cintura como si tuviera vida propia, para luego elevarlos y colocarlos suavemente, unos metros adentro del precipicio; a salvo.

Nora y los niños se miraron, ella cayó sobre sus rodillas y los niños la abrazaron, agradeciendo su buena fortuna entre risas y llantos. De pronto, Kieran se percató de algo: alguien los observaba, y justo en ese instante, se dio media vuelta tratando de interponer su cuerpo entre lo que fuera que los estuviera vigilando y sus hermanos y Nora.

Un joven de extraña apariencia, tez morena, cabello largo y ojos chocolate brillante y algo rasgados los miraba con una sonrisa en el rostro a unos cuantos metros de ellos. Nora, Adham y Duncan se separaron lo suficiente al sentir los movimientos de Kieran y quedaron pasmados.

           —Deberías mirar por dónde caminas niña. El bosque es un lugar peligroso para quien no lo conoce. Es afortunado que pasara por aquí y estuviera en mi bien el ayudaros.

           —¿Ayudarnos?—Nora trató de entender lo que estaba sucediendo—. ¿Quieres decir que tú controlaste las raíces del árbol para que evitara nuestra caída?

El joven comenzó a reír, como si lo que Nora acababa de decir hubiera sido una gran broma.

           —Nadie les dice a los árboles qué hacer; aunque sí ha sido gracias a mí, que ellos decidieron intervenir.

Nora observó al joven más detenidamente y con una emergente curiosidad. Era atractivo y tenía un aire muy exótico; sus pómulos eran marcados y su mandíbula cuadrada; sus cejas, pobladas; labios carnosos y ropas extrañas. No parecían las ropas que los elfos solían utilizar, y al observar sus orejas, supo que no era uno.

La Profecía - Saga Ents I   (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora