En un mundo asediado por la discordia entre humanos y seres mágicos llamados "ents", Nora, escapa de las garras de supuestos aliados, lanzándose hacia lo desconocido, ansiosa por saborear la libertad tras un año de cautiverio. Sin embargo, lo que ig...
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Blackburn se encontraba con un creciente moretón en el pómulo mientras seguía sudando frío. Acababa de vomitar y el Fauno lo había dejado solo tras un pequeño interrogatorio. Cuando aquel ent lo había amenazado con hacerlo pagar, creyó que lo torturaría. En cambio, tras aquel primer golpe, no volvió a tocarlo, sin embargo, sucedería. El Fauno llamado Varlan, por lo que había entendido, le había descrito cómo sería su vida a partir de entonces. Las rutinas que estaría obligado a cumplir además de una vida de resarcimiento por lo que había hecho. Pero lo peor fue escucharlo hablar sobre Nora. Al parecer, el Fauno se percató que hablar de ella parecía herirlo y aquello sí resultó ser un martirio.
Habló de cómo Nora estaba siendo feliz. Cómo no lo necesitaba y cómo estaba transformándose en una hermosa mujer, a la cual, él jamás tendría acceso. No la volvería a ver, y aquello fue algo que Varlan le dejó muy claro.
Blackburn sintió su sangre arder y su mundo dar vueltas al recordar sus palabras y comenzó a llorar. La simple idea de no poder volver a verla lo atormentó más que el golpe recibido por aquel león y sollozó por lo que le pareció una eternidad.
«¿Dónde está esa maldita sombra para apartar estos sentimientos cuando la necesito? No quiero experimentar nada de esto...»
Blackburn había sentido tanto en las últimas horas que las náuseas y los escalofríos lo estaban matando. Al menos, hasta que escuchó una risa burlona haciendo eco en aquellas paredes. En ese preciso instante, Blackburn detuvo el llanto e incluso su respiración. Su corazón comenzó a galopar sin descanso y su mirada de por sí errática se tornó suplicante, anhelando ver aquella maraña de rizos.
Y de entre las sombras, su Nora apareció.
—Ahora sí que eres patético. Te atraparon, y ni siquiera pudiste someterme del todo, ja, ja, ja... Y ahora, ¿qué vas a decirle al gobernador, eh? Has vuelto a fallarle... ¿Qué crees que hará con una bestia inservible como tú cuando te encuentre?
—Y-yo-
—Ah, ah, ah... Shh... Deberías guardar tus fuerzas. Porque haré que pagues. Y me las pagarás todas y cada una...
