Prólogo

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El crujir de las hojas cubrían el de mi corazón.

El crujir de las hojas cubrían el de mi corazón

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Kenna Bianchi:

16 AÑOS ATRÁS...

Después de toda una tarde con Keo por fin nos sentíamos cansados. Hoy jugamos en el estanque, corrimos por el laberinto e intentamos hacer galletas con Gianna, pero lamentablemente ella tuvo que irse con tía Alessia por unas compras y las galletas no eran nada comestibles.

El sunset ya estaba llegando y no podía negar que la compañía de mi nuevo amigo era agradable, solía hacerlo con ojos grises, pero después de que en los últimos diez días no estuvo y los que si, me evadía comencé a verlos con el griego.

—Esto es bonito — murmura mientras que yo cierro los ojos para pedir el mismo deseo que siempre.

Que mami se cure y que las luciérnagas ya no lleguen más. Que me quiera y que los juegos se acaben.

—Tú eres bonita — me remuevo cuando siento unas cosquillas en mi mejilla.

Abro un ojo y puedo verlo entretenido con una margarita y con el lado izquierdo de mi mejilla. Él era atractivo, no como mi ojos grises pero su belleza también llamaba la atención.

El comentario de mami no me había dejado por mucho que intentase, sabía lo que era el matrimonio y aunque mi amigo me cayese bien. Yo no lo quería para eso.

—Ven, ponte de pie. Tengo algo para darte.

Acepto su ayuda sintiendo casi de inmediato la diferencia de estatura. Él era alto, supongo que porque era mucho mayor que yo y mucho mayor que Kenneth.

—Sé que mañana es tu cumpleaños, posiblemente no pueda venir porque mi padre se regresara hoy a Mykonos y nadie puede cuidarme, así que quiero entregarte hoy tu regalo.

Chillo y salto en mi lugar provocando su risa.

—No pensaba hacer nada, nonno no esta y mi papi no podrá llegar de Argentina.

Frunce los labios.

—Entonces creo que hoy la has pasado lo suficientemente bien conmigo — se lleva una de sus manos al bolsillo y saca una cajita roja— Me gusta dibujar, al principio era solo un boceto cuando te conocí pero hace unos días le pregunte a papa si podría llamar al joyero que era de mi madre y acepto. Posiblemente me quede sin cuota por algunos años aunque eso es lo de menos, ya que creo que te encantara...

—Keo, no creo que...

—Pedí que le retiraran dos zafiros de la corona que solía llevar mi madre en las reuniones importantes. Sé que llevamos poco de conocernos, pero me agradas Kenna —abre la cajita dejándome ver un hermoso broche, de los que usaba mami cuando venían sus amigas a tomar el té.

—Es hermoso...

—Quise que fuese algo simbólico para que si algún día tú decides escogerme como una opción de lo que estoy seguro será una larga lista de pretendientes, te regale esa corona — señala la cajita — Para que recuerdes exactamente este día y sepas que yo fui el primero en pedirte una eternidad a tu lado.

EL TRONO © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora