CAPÍTULO 11

9.4K 909 258
                                    

Entre el cielo y el averno.

Entre el cielo y el averno

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kenneth Al Capone.

Las camionetas se estacionan en la parte delantera de la casa pasando por encima de los jazmines que me esforcé en ordenar. La primera en bajar es Kenna, tal como si hubiese tenido su peor miedo al frente.

Resoplo y copio su acción. No la sigo, en su lugar voy al jardín en busca de la pequeña sabandija que me había hecho rascarme la cabeza todo el maldito día.

La luna se encontraba en su punto y la brisa de la noche comenzaba a llegar de manera lenta. El tráfico estuvo algo fuerte, nos demoramos casi cuatro horas en regresar y en todo este tiempo nadie habló.

Y me jodía. Una mujer silenciosa, no es buena señal.

La cabellera de una persona que se encontraba sentada en una de las bancas, le llegaba hasta la curva de su cintura. Había tenido la oportunidad de rozar uno que otro mechón, eran suaves y de un color que solía detestar.

—Buenas, noches. —saludo anunciando mi entrada, dándome cuenta que no estaba sola y que Gianna la estaba acompañando.

—Kenneth —La castaña salta y me envuelve en un cálido abrazo.

—Gianna — respondo el abrazo apretándola a mí. —¿Podrías dejarme a solas con la comandante?

Mi hermana se separa y me mira de una manera dubitativa: —Kenneth...

—Por favor.

Se lo piensa hasta que accede, me da un beso en la mejilla y se retira no sin antes advertirle algo con la mirada fija en Rosslyn. Espero unos minutos antes de hablar.

—¿Te golpearon muy fuerte? — la inspecciono con la mirada manteniendo la debida distancia.

—Dolió... pero estoy bien, gracias por preguntar.

Levanta su vista hacia mí, la cual silenciosamente me dice que ha sido una pésima idea hacer esa pregunta. Sus ojos brillaban demasiado. La esperanza le brotaba por doquier, cuestión que no hizo más que molestarme y ser brusco al momento de mi siguiente pregunta.

—¿Qué fue lo que hiciste? — me muevo impaciente bajo su mirada desentendida. —Ayer, en la noche ¿qué hiciste?

Parece comprender a lo que me refiero. El color se ha ido de su rostro completamente.

—N-no, yo... — tartamudea.

—Revise las cámaras. —Me yergo — ¿Por qué si sabias que había, no? Te pregunto porque acabo de regresar de un corto viaje a Roma y me entretuve demasiado viendo como intentabas entrar a la caseta de vigilancia. ¿Qué planeabas?, borrar la evidencia de tu...

Me silencio. No podía ni siquiera decirlo sin sentirme asqueado por ello. Esto no era normal, no estaba bien y aunque según tengo entendido jamás obre de esa manera... no quitaba el hecho de que era un imposible. No soy ese tipo de hombres.

EL TRONO © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora