EL TRONO © #3

CAPÍTULO 14

Fuego, pasión y poder.

Kenna Biannchi

17 años atrás.

Llevo el trozo de fruta a mi boca de manera muy sutil, tal como mami me enseño. Me encontraba a la derecha de mi nonno, mientras que a su izquierda se situaba Kenneth; me reusaba nuevamente a llamarlo ojos grises.

Su gris me ha atormentado mucho más que mi loca madre y no ha necesitado ningún golpe físico en mi contra. Maldito.

Levanto mi vista por el apretón de mano que recibo y casi al instante, me doy cuenta de que no me ha quitado la mirada de encima desde que nos sentamos. Aprieto los labios, me yergo y levanto mi mentón sacando una sonrisa socarrona.

—¿Sucede algo Stella?.

—No, ¿por qué la pregunta?— me enfoco en mi abuelo con más cautela.

—Te veo impaciente.

—Quizá, ¿Hoy vendrá Keo?

El chirrido de un cubierto resuena. Observo de soslayo y aunque para ser sinceros ni siquiera sé por qué lo hago, cuando ya sabia de quien se trataba.

—No lo sé ¿No pasas mucho tiempo con él?. — pregunta extrañado.

—Me gustaría pasar más — me encojo de hombros — seré su reina algún día después de todo.

Niran a mi costado tose, mi madre chilla junto con tía Alessia y mi nonno abre sus ojos como si hubiese invocado al mismo satanás en una iglesia y con miles de creyentes escuchándome. No me disculparé por eso.

—¿Reina?

Asiento.

—Si, me lo dijo y mami me explico de que se trataba. Ser esposa de un Capo siempre recibe una denominación de Queen, como también cada organización se define por un color. Blue Queen no suena tan mal.

—Princesa... —Niran me remueve.

—Beatrice — gruñe el patriarca de los Bianchi —¿Por qué le dijiste eso a la niña?

Me cruzo de brazos.

—No soy una niña nonno. —respondo con rapidez. No quería enfrentarme nuevamente a la furia de la loca — Mi madre solo ha sido generosa, no la regañes por mi culpa.

Termino con un mohín que suaviza sus facciones, cierra sus ojos al mismo tiempo que suelta los cubiertos y empuja su silla para abrirme los brazos. No me cuesta mucho entender su indirecta por lo que bajo y me trepo en su regazo. No encontraba la razón de que cada que me tomaba así me sentía mucho más protegida, su calidez y su olor era tan envolvente que podría pasarme días enteros absorbiéndolos, si tan solo se diera cuenta de que necesito más de él.

—No es ese el problema pequeña Stella. Mi enojo radica en que creas desde hoy que estas sujeta a alguien cuando no es así, me he esforzado tanto en criar a Beatrice de otra manera y con otras creencias a las que Katerina lo hizo, pero no dio resultado. — suspira mirándola, todos se han quedado en silencio y nos observan inquietos —A ellas las educaron para ser la sombra de alguien más. Para que lleven el apellido de su esposo de una manera intachable, para que sean magníficas en la cocina y atiendan a los niños y no digo que está mal es solo que a ti te veo como algo totalmente distinto.