CAPÍTULO 32

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El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fé sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda.

El diablo no es el príncipe de la materia, el diablo es la arrogancia del espíritu, la fé sin sonrisa, la verdad jamás tocada por la duda

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Kenneth Al Capone.

Observo por la ventada del último piso del edificio como las personas transitan con tranquilidad sin saber que existen altas probabilidades de que en cualquier momento nos ataquen, y ellos mueran por haber estado en un lugar incorrecto, en la hora incorrecta y en un día incorrecto.

Suspiro y vuelvo mi mirada al cuerpo de Kenna, la pelinegra se encontraba descansando en la camilla con sus manos entrelazadas abrazando parte de nuestra dinastía.

Estos eran nuestros. Míos.

El pulso se me dispara y la posesividad me regresa junto con la idea de que volveré a ser padre con la mujer correcta. Nuestra sangre por fin se ha mezclado y no podría estar más orgulloso de mi mismo.

Cosas peores se verán con el tiempo. La miseria y la muerte es lo único que llegará al futuro cuando esos niños vean la luz del sol.

Dejo de mirar a mi esposa y me encamino a tomar mi celular en la otra mesita. Después de que se quedara durmiendo plácidamente, le envíe un mensaje a Enzo pidiendo que se encargara del enfermero principiante, cosas como esas no pueden volver a repetirse y dado que no me gusta dar segundas oportunidades, le cortaran el cuello.

Hubiese sido un placer hacerlo yo, sin embargo, no puedo dejar a Kenna sola. No ahora que no sabemos el paradero del idiota de Theo.

Está hecho

Lo dejo en visto y marco el celular del guardia de Nas.

-Señor.

-Pásame a mi hijo -se ahorra el responder y hace lo que le pido.

-¿Qué quieres? Tuve que dejar la clase de biología por tu culpa, estábamos a nada de desmembrar a un gusano -reclama y envío una solicitud para cambiar a una videollamada que él acepta.

Sus lentes transparentes reposan sobre su cabeza y su pequeña bata blanca me causa curiosidad. El guardia se mueve detrás, frunzo el ceño.

-¿Cómo estás? -pregunto con voz baja.

-Ahora mismo de un malísimo humor, pero podría estar mejor si me dieras buenas noticias, como por ejemplo que nos llevaras a Hawái a nadar con tiburones, me compraras la nueva película de titanes o tan sencillamente si me dijeses que encontraste a mi madre.

Ruedo los ojos ante la insistencia del tema. Podría manejar el que la quisiese e incluso que la adorara, pero no el que me tocara los cojones y crea que pueda hablarme de esa manera cada que quiera.

-Ya me estoy cansando de tu comportamiento. Soy tu padre y merezco respeto, si no me lo das te enviaré lejos a un internado.

Se encoge de hombres.

EL TRONO © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora