CAPÍTULO 2

10.8K 1K 359
                                    

No se puede pedir esperanzas de algo perdido.

No se puede pedir esperanzas de algo perdido

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Kenna Bianchi:

No creo que sea lo correcto con todo respeto, señora. — levanto una de mis cejas por la cámara.

No pregunté si cree o no que es lo correcto. Hágalo y punto.

Irlanda está pasando por una crisis económica ahora mismo, los agricultores se niegan a seguir sembrando por la nueva tasa de intereses y el gobierno no quiere dar marcha atrás con las cadenas policiales montadas afuera de cada una de sus casas. Es imposible.

No sé si haya escuchado ya las buenas nuevas, señor Ministro, pero desde exactamente hace 32 horas el maldito gobierno soy yo. Así que a menos que desee un documento de mi parte en el que le pido su renuncia para la última hora del día, pásese sus opiniones y creencias por donde mejor le parezca cada que quiera dirigirse a mí. — cuelgo.

Me he pasado las últimas horas trabajando desde el edificio de la Cosa Nostra. Me he negado en recibir visitar y escuchar a algunos ex jefes, cualquier asunto con la mafia negra era atendido por Gianna, los de la roja con Fallon y por último los de la azul, con Enzo. Necesitaba ponerme al corriente con cada país, aunque para ese entonces cada uno de ellos ya contaba con un representante; los dilemas y disputas seguían llegando como si fuesen peticiones para el falso Dios.

No había probado bocado en todo lo que va del día excepto en el desayuno, que creo es indispensable agregar fue uno que disfrute como nunca después de mucho tiempo. La niñera que ahora cuidaba de mis hijos me hacía una videollamada cada hora durante quince minutos, no hablaba o jugaba con ellos a través de la pantalla; solo me bastaba con verlos y saber que se encontraban en perfectas condiciones.

Ordené expresamente colocar seguridad desde cinco puertas más adelante de su habitación y que por ningún motivo la nueva puta de Kenneth y el mismo los viesen. No los ensuciaría de tal manera.

Pide las camionetas —Recito en cuanto mi nuevo jefe de seguridad me atiende la llamada.

Como desee.

Elio tenía un rostro demasiado sutil, pero su perspicacia era demasiada. Me gustaba su fidelidad y la obediencia. Si bien es cierto nadie será como Dante y aunque me haya hecho una nota mental en más de una ocasión de dejarlo de llamar como mi amigo fallecido, la costumbre no se me va.

Lo extraño.

Dante fue mi amigo, mi compañero y hasta un padre. Me enseñó a mantenerme de pie, a espantar los malos recuerdos y a vivir con el dolor pero conseguir la perseverancia día tras día.

No puedo decir con certeza que algún día lo vaya a olvidar porque eso seria mentirme, cuestión que no pienso hacer, pero lo que sí puedo decir es que él jamás saldrá de mí; que aunque físicamente ya no este, siempre vivirá en mis recuerdos y en el poco corazón que me queda.

EL TRONO © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora