CAPÍTULO 28

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Tengo el don de colocar a todo el mundo de cabeza o de rodillas ante mi presencia.

Tengo el don de colocar a todo el mundo de cabeza o de rodillas ante mi presencia

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Kenneth Al Capone.

-¡Cálmate!

-¡Kenneth!

Hago oídos sordos a los gritos desesperados y sigo apuñalando al último hombre que pudimos sacar de la fiesta antes de que nos embosquen y se lleven a Kenna.

Las extremidades de mi cuerpo me tiemblan por la ira y el tórax me revienta al saber que ella no está conmigo, ni ella, ni el niño que tiene en el vientre.

-¡Ya está muerto, no vale la pena!

Mis brazos son agarrados y me quitan la daga de la mano. Intento forcejear, pero son cuatro personas las que me sujetan. Peleo, golpeo y los arrincono, sin embargo, me doy por vencido cuando veo a Kali en un rincón con los ojos llorosos.

Estaba asustada.

No me resisto y caigo de rodillas contra el suelo. Estoy cansado de fingir, de tratar de mantener todo en marcha y de engañarme con que esto no me afecta, cuando en realidad me está consumiendo por dentro peor que un cáncer.

Mi hija corre hacia mi lugar y me rodea con sus brazos por el cuello y solloza embarrándose del líquido carmesí del hombre. Me muerdo la boca y con la mirada ordeno a Enzo que se retiren y saquen todo.

Quien me viera ahora, no creería que en el pasado causé tantos desastres como pude. Que no me tembló la mano para degollar y rebanar personas.

-¿Estás bien?

Río bajito cuando ella me lo pregunta.

-Si, bella. Papi solo está cansado.

Me abraza más fuerte y sin pensarlo un suspiro sale de mi garganta. Ella no debió ver nada de esto, mi princesa no puede vivir lo mismo que nosotros.

-¿Quieres tomar el té conmigo y Samu? -sorbe su nariz saliendo de su escondite. Odio ver empañados esos ojos azules que me recuerdan a su madre, pero odio aún más ser el causante de eso.

-Si su majestad gusta hacerme una invitación formal, con gusto acepto.

Arruga su nariz con desagrado. Repito y verifico mentalmente que no haya dicho algo fuera de lugar.

-Sabes que no me gusta esa palabra ¿Por qué la dices?

-Porque eres la princesa de la bestia, Kali -limpio el agua salada de sus mejillas-. La heredera de la Bratva y la dueña de la mafia griega. Eres la hija del Anticristo y del Capo Al Capone. La mujer más poderosa con solo seis años, la que con una mirada tiene a todo el mundo a sus pies.

-¿Soy tu princesa? -me acaricia y asiento.

-Eres mi princesa -afirmo y ahora soy yo el que la abraza.

EL TRONO © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora