Morir no es lo único que mata al cuerpo.
Kenna Bianchi:
16 años atrás...
Italia, Florencia.
Hoy era el día de mi cumpleaños y lo único que pedía era que ojos grises estuviera a mi lado como prometió hace un tiempo, sosteniendo mi mano y partiendo el pastel con las malas miradas encima.
La fiesta "sorpresa" que mami hizo fue una total pérdida de tiempo, las niñas que habían venido no jugaban conmigo y solo se burlaban sin parar y odiaba ello. Quería llevarlas al lugar secreto que Beatrice empleaba en mí.
Ponerlas de rodillas, pasarles el cuchillo por la lengua y hacerles sangrar. Justo como mi madre hacia cada que hablaba mal de ella.
Ahora mismo estaba viendo el atardecer nuevamente a diferencia que esta vez no tenía a nadie, mi prima Gianna estaba mucho más entretenida con el chico que siempre esta detrás de Kenneth, que conmigo. Algo llama mi atención repentinamente entre los arbustos del laberinto, un brillo y un pedazo de tela azul; con la esperanza de que sea una sorpresa de mi nonno salgo corriendo pese a los gritos de mi madre.
Tenía prioridades y su fiesta apestaba. Si me escuchara decir eso realmente me castigaría mucho más rudo — pensé.
Las escaleras que daban al exterior se me hicieron realmente largas, el ancho de la piscina tortuoso y el lugar en donde creí haber visto algo demasiado lejano. Hasta que llegue, con la respiración rota y con un mar de esperanzas.
Pero entonces lo vi...
No era mi nonno.
Ni mi padre.
Ni ninguna otra sorpresa de Dante o alguien más.
Era Kenneth ofreciéndole un ramo de jazmines a una rubia con un vestido azul. El sentimiento era mucho más pesado que el dolor que sentía cuando mami me encerraba por horas y metía cosas dentro de mi sitio prohibido.
Él le sonreía y le ocultaba un mechón de cabello color de excremento detrás de su oreja. Conocía esas sonrisas, conocía ese lugar y conocía esas flores.
Ambos se percataron de mi presencia y lo único que me quedo por hacer fue sonreír como me enseñaron desde pequeña.
—¿Pasa algo? — pregunto la niña, su voz era dulce para mis desesperadas ganas de arrancarle los ojos.
Asentí y respondí borde:—No me pasa nada — doce letras, cuatro palabras y una mentira.
Porque en realidad me pasaba de todo.
—¿Entonces que haces aquí? —intervino Kenneth con las manos en sus bolsillos sacándole un suspiro a la niña soñadora.
—Esta es mi casa, ¿no? —sacudo mi vestido rosa chillón — Solo pensé que eras Keo.
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EL TRONO © #3
Mystery / ThrillerANTERIOR TÍTULO: DARK QUEEN Ya no me basta solo con recordarla. Ya no me basta solo con poseer su cuerpo solo por momentos. Quiero algo más. Aunque intenta resistirse, jamás renunciaré a ella. Jamás la dejaré ir. Nada nos separará. Ni ella. Ni nuest...