CAPÍTULO 12

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Te vi fallar y follar en el proceso y no sé cuándo me gustaste más: Cuando te contemplé proclamándote una diosa o cuando te observé confesándote humana

Te vi fallar y follar en el proceso y no sé cuándo me gustaste más: Cuando te contemplé proclamándote una diosa o cuando te observé confesándote humana

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Desconocido 2

Llevo menos tiempo que ellos aquí y aun así siento que pronto falleceré.

No he probado bocado desde que me intente fugar por décima vez. Aún no he visto a su jefe o algún representante de él y juro que ya me estoy acojonando, he pasado por tantas cosas pero ninguna como esta.

No tomo el sol desde que comencé mi búsqueda y terminé enredada en el camino de espinas que el pentágono formó. No he respirado el aire libre desde que avance más allá de los laboratorios y no he visitado un maldito baño desde hace meses.

La tierra del suelo comienza a adherirse a mí como una segunda piel, mi perfume que solía ser un Chanel se convirtió en los restos de mi sistema digestivo y urinario. Cada tarde en lo que yo supongo son las cinco de la tarde, es el relevo de la guardia, e intentado de todo hasta ofrecer sumas exorbitantes de dinero.

Maldigo constantemente en mi mente la idiotez que cometí al buscar más pistas después del sobre que recibí.

Me remuevo en el colchón que son más resortes que felpa y observo la mejor vista que he tenido desde que me encerraron aquí. Me encargué personalmente de ello.

Son los nombres exactos de los hijos de puta que se encargan de tallar y exprimir mi karma para devolvérmelo cincuenta veces peor que el destino. Mi sangre está sobre cada uno de ellos, lo que significa que si no soy yo, será mi familia la que vaya tras ellos.

Al Capone no es un apellido fácil de olvidar después de todo.

<<Sangre con sangre se paga>>

Kenneth Al Capone.

El Tesla se estaciona frente a un imperioso edificio con unas enormes y florecientes letras con el mismo nombre que dijo Gianna.

Pandemónium.

Un nombre con un peculiar significado, puede tomarse como el santuario de Lucifer o como el encuentro ruidoso entre Ángeles y demonios. Cuál fuese el motivo por el que le otorgue ese nombre al club, no le restaba el deje oscuro.

Suspiro y me acomodo bien la máscara antes de ayudar a mi hermana salir del coche.

—Nos falta Enzo —interrumpo su caminar.

—Cierto —me señala antes de volver a quitarle las llaves a uno de los robustos hombres en la entrada. —Toma, iré avanzando.

Me quedo estático por su soltura y por el poco interés prestado a la situación. Mujeres, tan bonitas pero tan difíciles.

Me muevo hasta llegar a la parte de atrás de coche para abrir la maletera y observan a un hombre realmente plegado. Su torso a justo a la misma altura de sus rodillas.

EL TRONO © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora