EXTRA I

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Mis secretos también son importantes.

Mis secretos también son importantes

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Kenneth Al Capone.

Horas antes...

Me coloco de pie rápidamente después de sentir un baldazo de agua helada por todo mi cuerpo.

—¡¿Qué demonios?! — gruño reparando el lugar.

—¡Suéltame! —Un chillido me pone en alerta.

Seguía en el despacho, con un maldito dolor de cabeza. La luz del día comenzaba a hacerse notar y todo a mi alrededor estaba completamente destrozado. Ventanas, espejos, cuadros y hasta el computador.

—¡Quítame las manos de encima!

El lloriqueo de Rosslyn me entretiene. Ella estaba desnuda. —fruncí el ceño — Y yo también.

—Cállate perra —una mujer, la rubia de rasgos finos que siempre estaba pegada a Kenna, sostenía de los pelos a la comandante mientras me observaba con unos ojos furiosos.

—¿Qué sucedió? —me cuesta hablar, supongo que es por la resaca de mierda que estaba experimentando.

Joder.

—Te la cogiste —me acusa.

Parpadeo anonadado por tal cosa. Jamás lo haría.

—No. Yo no me he cogido a nadie en esta habitación —busco mis calzoncillos y me los pongo tratando de no ventilar más mi miembro.

—¡Puta!

—Bájale a tu tono de perra Rosslyn. En definitiva yo no soy Kenna, así que cierra tu maldita boca si no quieres terminar con los dientes afuera del maxilar.

Bufo por lo bajo, las mujeres de esta casa estaban sobrepasando el límite de locura permitida. Todas tan agresivas y detestables. A excepción de mi bella, obvio.

—Aún no me has dicho tu nombre —Me centro en ella cerrando mis pantalones y sintiéndome más seguro.

La mujer me inspecciona una vez más y sin soltar a la comandante, avanza hacia mí: —¡Me duele!.

—Pues que te duela más. — le responde antes de mirarme— Fallon Dallas, ya tenía el desagradable gusto de conocerte.

Pasa los cabellos marrones-casi negros, de Rosslyn de una mano a otra para tendérmela.

—Kenneth Al Capone —se mofa— ¿Algún problema?.

Se encoge de hombros.

—Muchos, la verdad.— relame sus labios color rosa — Pero ahora me centraré en el hecho que acabo de encontrar a esta mujer —señala con los ojos a Rosslyn— desnuda y acurrucada en tu pecho. Repito mi pregunta Kenneth, ¿te la cogiste?.

EL TRONO © #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora