Capítulo 1 • Trozo de Cielo

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La luz apenas se lograba filtrar por el gran ventanal cubierto por la gruesa cortina oscura, lo único que iluminaba la habitación era aquella pantalla en la cual pasaban el episodio número 46 del anime

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La luz apenas se lograba filtrar por el gran ventanal cubierto por la gruesa cortina oscura, lo único que iluminaba la habitación era aquella pantalla en la cual pasaban el episodio número 46 del anime.

Parpadee ya con la vista cansada y puse pausa. Me recosté en mi cama y escuché como la puerta principal era abierta, los pasos en el pasillo me hicieron confirmar que mi madre había llegado, mire la hora; [04:49 a.m]. Suspiré y cubrí mi cuerpo completo con aquella frazada de tigres que me regalaron para olvidar el dolor. Sentí como tocaron la puerta con fuerza y me quedé inmóvil, no podía pasar

—Hwang, sé que estás ahí, puedo ver luz —mi cuerpo se tenso al escuchar su voz— ¡Ya abre la maldita puerta! —grito y mordí mi labio, todo pasaría pronto. Mi vida apestaba. Los golpes continuaban y se hacía difícil ignorarlos—. Tendrás que abrir, ¿qué pensaría Celeste acerca de que no duermes? ¡Abre ya, maldita sea! —pateo la puerta y contuve las lágrimas

• | Flashback | •

No lo comprendía, aún tenía mi puño cerrado con el trozo de cielo que mi hermana pequeña me había dejado.

Mamá lloraba y papá se acercó abrazándola; la doctora entró con lágrimas en su cara y me llamo, por lo cual la seguí. Un ruido molesto provenía de la máquina y me empezaba a doler la cabeza

—Mat, ¿cómo estás? —pregunto ella y le sonreí

—Muy bien doc, mi hermana despertó y me entrego un trozo de cielo —le expliqué y ella suspiro

—Mat, eres un gran niño... Tus padres me han pedido que te dé la noticia. Tu hermanita se fue a vivir a otro lado...

—Ella habló un lugar con mariposas, no sabía que se iría allí y nos abandonaría... —gruñí enojado

—No, no cariño; ¿recuerdas el monstruo que le robó el cabello a Celi? —pregunto y asentí—. Él la obligó a irse... —mi mente no lo entendía, tenía 10 años

• | Fin del Flashback | •

¿Qué iba a saber yo de la muerte?

Lo entendí cuando buscaba a Celeste y no estaba, cuando quería jugar y ella no aparecía. Como cuando quise hacer una travesura y la culpé, aún recuerdo el golpe que me dió mi madre gritándome que había muerto.

La palabra muerte solo la había escuchado en los dibujos animados y lloré, por el golpe. Sus muñecas comenzaron a juntar polvo, a veces cruzaba por su habitación y las limpiaba. Seis años después mis padres se separaron. No busqué a Celeste, ya había entendido su muerte..., y ese año no fui a la escuela, me escapaba para fumar y beber. Comencé un cambio de imágen, aunque por dentro mi niño interior aún seguía encerrado.

—¡Mateo Hwang, abre la puerta! —y no lo hice. Tomé mi mochila y camine lentamente intentando hacer el mínimo ruido posible. Había cerrado con llave la habitación por lo cual no entraría, excepto rompiéndola, como lo había hecho aquella vez; en el cumpleaños de Celeste

Mamá se había vuelto alcohólica, cada día bebía litros y litros de aquella sustancia perjudicial la cual la llevaba a que me golpeará. Según ella yo era el culpable de todo. Papá no aguanto y se fue, consiguió otra familia y Celeste ya no estaba en su memoria.

Cuando cumplí 11 años buscaba a mi hermana aún, al no encontrarla hice un dibujo de ella, uno donde no estuviera el monstruo titulado cáncer, donde ella todavía estuviera con vida. Fue duro aceptar que ella no estaba, la había visto crecer y copiar mis acciones, pero de un día para otro ya no estaba.

Salí por la ventana de la habitación e hice el típico recorrido acabando en la calle, eran las 5:00 a.m. no tenía un lugar donde ir, pues con lo ocurrido ya no había ningún familiar a nuestra disposición, no tenía amigos. Los había perdido cuando llegue a entender que si mi hermana no vivía yo viviría por ella, aunque esté muerto por dentro.

Era demasiado agotador tener que encontrar un refugio nuevamente, pues no siempre podía estar en mi casa. No con mi madre allí, no con los golpes, ni los gritos y mucho menos con los recuerdos haciendo llorar las paredes.

¿Cómo se enfrentaba a la muerte de una mariposa que trae el cielo a la tierra?

Pateé una piedra logrando que está rebotara a la vez que de alejaba. Tenía miedo, me sentía diferente, como si mi cuerpo predijera algo nuevo y diferente. Eso me daba miedo, lo diferente y nuevo, entonces me senté en una banca de aquel parque, revisé mi celular y aún no había llamadas de papá; las esperaba, cada día, pero nunca había ninguna. Me gustaba imaginar que no se había ido realmente, al contrario las circunstancias lo habían echado. Como a Celi, el monstruo la raptó.

—Al fin aire —dije al encontrarme en la mitad de la calle, escuché como tocaron bocina y me corrí rápidamente, la persona paso y yo sonreí. No sonreía demasiado y cuando lo hacía, era para burlarme de las personas, era muy divertido ver como se mataban con ilusiones.

Las mariposas son ilusiones —habló Celeste; eso intentaba ser aquel producto de mi imaginación. A veces aparecía, solo para lastimar. Nunca para abrazarme, al fin y al cabo yo también necesitaba un abrazo.

—No lo son —quien me viera pensaría que estaba loco o era algo raro, siempre lo pensaban. Aunque en este punto de mi vida ya me había dejado de importar lo que las personas les parezca raro o normal

Mat, ellas son las que llevan las pequeñas y grandes ilusiones...

—¿Mi mariposa murió en el intento de llevar mi ilusión de que vivieras? —pregunté sarcástico y ella negó

Ella lucho demasiado —y desapareció, giré sobre mi eje y una chica pelinegra con rizos me observaba, no era muy alta y sus ojos eran color oscuros, como la noche que ocurría

—¿Te encuentras bien? —se acercó demasiado por lo cual retrocedí ante la timidez—. Perdón, no era mi intención asustarte —sonrío nerviosa y asentí aún confundido

—Debes manejar con más cuidado —murmuré, odiaba el hecho de que las personas me hablarán; ¿el por qué? Era simple, no quería que se fueran como siempre lo hacían y era muy irritante tener que seguir el contexto de una conversación.

La gente que me conocía sabía que desde siempre fue así. No había aguja que pinchara mi burbuja anti-balas de decepción y dolor.


• | Continuará... | •

Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora