Capítulo 17 • I don't know

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Un día estando confundida

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Un día estando confundida.

Todo se vuelve confuso y aún no se si soy débil o puedo mover montañas

Solo contigo puedo lograr lo que a mi vista parece imposible.

Aunque en estos momentos hasta respirar se me hace imposible, todos dicen que eres el Dios de lo imposible, pero no te encuentro en muchos lugares como mamá.

Quizás estés y necesite lentes, porque no logro ver lo sobrenatural.

¿Por qué continúas aquí Jesús? Sí, sé que me amas, pero sino lo hicieras no continuarías.

Me enoja ser tan imperfecta y tú me acompañas sin importar mis fallos.

Aún teniendo las noventa y nueve ovejas sales a buscarme cuando me pierdo.

No te comprendo y aunque quiera... Muchas veces, no puedo.

Se había caído de un cuaderno de Rebbeca.

No entendía mucho de aquella hoja, pero ella dudaba. Tenía su lado oculto a todos para que no la lastimen.

Lo había olvidado... Rebbeca era humana, podía sentir al igual que yo. Tenía dolor en su corazón, pero ella demostraba que no.

Rebbeca podía haber estado en mi sueño, pero ella seguía siendo real.

—Mat —habló la chica frente a mi

—Rebbe, ¿qué paso? —pregunto y oculto la hoja para que ella no la vea

—Dijiste que iríamos de paseo —sonrío abiertamente y la mire con tristeza, no era el único que necesitaba un abrazo

—Claro, vamos —ambos juntamos nuestras cosas y salimos del salón, para finalmente salir del instituto y acabar en la calle

—¿A dónde iremos? —preguntó curiosa y yo simplemente negué

—No te diré —caminamos durante un largo rato, hasta que acabamos en una granja. Me gustaba este lugar, era mi escapatoria.

—Me escapaba a este lugar cuando no sabía como llevar la situación

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—Me escapaba a este lugar cuando no sabía como llevar la situación. Me encantaba estar en mi casa, era mi mayor refugio, pero también era mi infierno —confeso y deje de acariciar al pequeño animal para darle una mirada y seguir con mi trabajo

—¿Por? —pregunté, él sacó un cigarrillo y lo observo por un tiempo, dudando—. No lo hagas aquí, hay animales —sentí su mirada, pero no le preste atención

—Porque las personas no ayudan demasiado

—Ven —dije tomando su mano—, te llevaré a un lugar que puede convertirse en tu refugio —salimos por la gran tranquera de aquel establo y la cerré cuando solté su mano, luego la volví a tomar y ambos comenzamos a correr. Cuando por fin llegamos a mi casa, Olaf llegó corriendo hacia mí ladrando de alegría. Mat por su parte retrocedió asustado—. Mat, te presento a Olaf. Olaf él es Mateo

—Un gusto Olaf —susurro y sonreí

—Bienvenido a mi hogar —me observó confundido y negué—. No, no es aquí, solo necesito buscar algo. ¿Quieres entrar o prefieres esperar aquí? —miro a Olaf y negó, yo reí. Se notaba su miedo hacia el pequeño perro

—Permiso

—¡Hola, llegué! —grité cuando entré—. Ven —hice una seña y me siguió, él se detuvo en los pasillos donde colgaban algunos cuadros—. Bingo

—Wow —hablo sorprendido mirando mi auto

—Mi mamá trabaja de esto, lo hizo a mi modo —sonreí—. Vamos —subimos y coloque «Mi GPS de Alex Zurdo.»

—¿Quién era la niña de rizos en el cuadro? —pregunto y lo miré confundida

—Yo —respondí segura y él negó

—Tiene ojos iguales a los de tu mamá —sonreí con nostalgia

—Mi tía —mi voz tembló en la respuesta

—¿Por qué no fue en la fiesta familiar? —dolió, había de admitirlo, me había dolido.

—Ella falleció —le sonreí con nostalgia

—Había más personas en ese cuadro, tampoco fueron a la fiesta...

—Son mis tíos y abuelos, también fallecieron. Mi mamá es la única que sigue con vida

—Por eso me preguntaste que era lo que me hacía creer que tú mamá no había sufrido...

—La vida de mamá no es fácil, tener dos hijas que se parecen demasiado a sus hermanas fallecidas no es lo mejor. También me arrepiento de ser igual a Samay. No sé cuántas veces mi madre lloró por ver a Samay reflejada en mi —él se quedó en silencio quizá pensando lo que había dicho—. Llegamos —dije bajando del auto y él observó todo detenidamente, analizando cada detalle. Quizá no quería olvidarlo—. Bienvenido al valle de la felicidad Mateo Hwang —hablé adentrándome entre las flores que habían allí y mariposas comenzaron a revolotear. Una lágrima silenciosa cayó por su mejilla—. ¿Estás bien? —me acerqué a él quitando la lágrima y asintió a la vez que teníamos una batalla de miradas. Sus ojos oscuros advertían problemas. Cada cual tenía diferentes maneras de enfrentar al dolor, me alejé cuando lo escuché asentir

—Tu valle de la felicidad me parece sacado de un cuento de hadas barato —dijo de manera burlona

—Lo siento, no todos escapamos de la misma manera —pronuncié

—¿De qué escaparías?

—De mí —respondí con seguridad—. Hay días en los que quiero dejar de sentir dolor y desaparecer, pero no puedo. Así que me escapó a mi valle de la felicidad. Dicen que aquí solo existe la felicidad, pero mira por allí —señalé un lugar donde árboles secos se encontraban, algunos estaban caídos, no había césped y antes de entrar había flores marchitas—. Ese el valle de la oscuridad, ahí él no puede salvarnos, solo si lo llamamos puede acudir a nuestro encuentro, pero es difícil recordar que lo tenemos cuando nos encontramos allí. Porque aunque lo veas horrible, se siente bien...

—Entonces, ¿cuándo quieres escapar de todos... simplemente vienes aquí?

—Sí, ven te mostraré mi lugar favorito —tomé su mano y lo guíe entre los árboles—. El abuelo de mi mamá construyó este lugar, es una herencia. Lo siento como mi lugar seguro —en un árbol había una casa, subimos por las escaleras y en las paredes habían algunos cuadros. En una esquina había un sillón donde a su lado descansaba una biblioteca con varios libros y en la mesa había una Biblia, en la otra esquina había un baúl, donde siempre colocábamos fotografías.

—Wow, es hermoso —suspiro él fascinado

—Lo sé, es hermoso...

—Me gusta tu valle de la felicidad —y por la ventana logré ver como las mariposas se descontrolaron.

Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora