Capítulo 13 • ¿Mateo?

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Vivir en esta habitación era sencillo, solo necesitaba no molestar a los dueños

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Vivir en esta habitación era sencillo, solo necesitaba no molestar a los dueños. Ya habían pasado cuatro días, por los cuales no era nada de otro mundo. Había conocido a sus hijos, que eran tres niños de quince años, de diferentes nacionalidades: Lautaro era argentino, siempre se me dificultaba comprender lo que decía. Tahiel era de la India, no hablaba su idioma natal porque era muy pequeño cuando lo dejaron en el orfanato. Ryan era de Rusia, pero al igual que Tahiel no sabía su idioma natal; aunque tenía el acento ruso que también se me dificultaba comprender.

Yo era de Corea del Sur. Sí, sabía hablar en coreano, pero lo básico ya que papá me había enseñado, pero con el tiempo al no usar el lenguaje se me olvidó. Todos en esta ciudad hablaban español o francés, así que tenía inculcado ambos idiomas.

—Mat —golpeó levemente Harry la puerta

—Pasa —respondí y él entró mirando alrededor

—Wow, de verdad que los peques la dejaron impecable —sonríe  y yo asiento

—La dejaron muy limpia —juego con el anillo que se encuentra en mi mano derecha y lo miro—. Harry, ¿cómo haces para entenderle a Lautaro y Ryan? —él comienza a reír y yo lo miro preocupado

—Perdón, perdón. Es que me hiciste recordar a mi sobrina, ella también me preguntó lo mismo al principio. Si te fijas ellos hablan de manera un poco diferente, no te dejes guiar mucho por su jerga, pues no tiene mucha diferencia, pero con el tiempo lo mejoras, lo que no entiendas le preguntas a él o a nosotros. Lauti no usa su jerga para insultar así que no te preocupes

—Entiendo, todos son muy correctos. En el buen sentido, admiro como siguen su camino sin equivocaciones o enojarse, son prácticamente perfectos.

—Oh no, claro que no —llega Valerie, la esposa de Harry y se coloca al lado de el recién nombrado—. No somos para nada perfectos, cometemos errores más de lo que te imaginas, pero Dios nos ama demasiado y nos perdona. Aunque cuidado, eso no quiere decir que cometas errores adrede porque sabes que Dios te perdonará, no es así. Si lo aceptas de manera real, entonces cada pecado te pesará —explico de manera suave y tranquila

—Comprendo —¿quién me mandaba a mi a rodearme de cristianos? Quizás era eso que decía Rebbeca, ¿propósito? Algo así. Tal vez debía estar en este lugar por eso

—Por cierto, hoy tendremos una cena, vendrán algunos amigos. Es en motivo a tu bienvenida, son cinco familias, quizá sea poco o quizá mucho; depende cuanta familia tengas —ríe colocando su brazo detrás de su nuca y yo asiento

—No hay problema —o tal vez sí, ¡no conocía a nadie!

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Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora