Capítulo 18 • Lluvia

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"La lluvia son lágrimas de tristeza que son producidas con el fin de regar las flores del valle de la felicidad para que puedan nacer con mayor fortaleza y hermosura."

—¿De quién quieres escapar a veces? —pregunto mirándome a los ojos

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—¿De quién quieres escapar a veces? —pregunto mirándome a los ojos

—También de mí —susurre con vergüenza, pero ¿por qué me daba vergüenza?

—¿Por? —sus ojos demostraban la curiosidad que tenía

—Hay días en los cuales no me agrado, pienso que soy un monstruo. No me gusta...

—Mmm... Entiendo. ¿Cuál es tu mayor deseo? —ella hizo la misma pregunta del sueño. Tenía miedo de despertar nuevamente

—¿Eres real? —le pregunté de manera inconsciente

—Yo creo que sí —respondió mientras reía

—Abrazar a mi hermana por última vez. Ese es mi mayor deseo —mi voz se rompió al final, con lágrimas en mis ojos mire a Rebbeca, la cual seguía allí conmigo. No sabía si estaba esperando para que yo dijera algo más o este era el momento en el que debía despertar, pero no quería despertar. No podía, no podía perder a Rebbeca nuevamente.

—¿Tu mayor miedo? —pregunto como si tuviera una guía de preguntas para conocer mejor a las personas en su mente

—Que el monstruo se lleve a mi mamá... —había decidido llamar al alcohol "monstruo", eso era lo que era. Generaba miedo en las personas que rodeaban al ser que el monstruo atrapaba. Mi madre era alcohólica, no estaba orgulloso de eso, pero era mi madre.

—Ya veo... —susurro y sonrió mirando un punto en la pared de madera.

—¿Qué hay de ti, Rebbeca? ¿Cuál es tu mayor deseo? —ella me miró indecisa, se lograba ver qué en su interior tenía una batalla de contar o no lo que anhelaba.

—Que mi mamá sea feliz —sonrió y una lágrima también resbaló por su mejilla.

—¿No es feliz? —pregunté, quizá como un desubicado.

—No he tenido esta charla con mi mamá, así que sinceramente no lo sé...

—¿Un deseo para ti? Tu mayor deseo, no para tu madre o tu familia...  —y comenzó a llorar. Lloraba cual niña no le habían dado un dulce o quizá peor. Antes de que pueda reaccionar, ella ya había salido de la casa en el árbol, tropezó antes de salir, pero pudo mantenerse en pie y continúo. Me levanté apresurado, estaba por llegar a su auto cuando la alcance—. ¿Te irás? —le grité para que pueda escucharme y en mi garganta se hizo un nudo al recordar el sueño de mi hermana antes de morir, pues nosotros también le gritábamos de la manera en la que quería llamar la atención de Rebbeca ahora

—No puedo, no puedo Mateo —se dio la vuelta y cayó de rodillas, no era ella—. Te prometo, que estoy intentando ser fuerte. ¡En serio que lo intento! ¿Por qué no puedo? —su mirada transmitía miles de sensaciones, quería acercarme y decirle que todo iba a estar bien, pero no podía mentirle. Además no sabía que era su "todo"—. Ya no se ni por qué sigo aquí. Ya no me encuentro a mi misma. Toda mi vida he tenido en mente lo de: Debes ser fuerte, Rebbeca.

»¿Mi mayor deseo? En este momento quisiera dejar de existir, pero ni se la razón de esa respuesta. Solo quiero dejar de existir, por unos segundos o tal vez unos años, pero no puedo. Porque mamá ya perdió a todos y si nos pierde a nosotras, ¿quién la ayudará a seguir?
Tengo muchos deseos, y tal vez te haría una lista de "552 deseos de Rebbeca Di'Angelo" y creo que sería una lista corta. Podrás leerla mil veces, pero tal vez encuentres dos deseos para mi, los cuales no le agradan a muchos...

—¿Cuáles son? —pregunté por instinto

—Dejar de ser yo y ser completamente yo.

—Son deseos contradictorios. ¿Por qué querrías dejar de ser tu?

—Porque me parezco a Samay... Porque mamá me ve reflejada en ella, porque le recuerdo que la perdió y que ya no volverá. Porque sé que ha llorado algunas veces cuando sin querer digo frases de Samay. Toda mi vida he tenido que pensar bien el que decir y el que no —me acerque y la abrace, ella se quedó inmóvil al principio, pero cuando supo sentirse segura me devolvió el abrazo, las lágrimas de ambos se mezclaban y caían en la tierra de aquel valle de la felicidad, regaban las flores que estaban por nacer—. Hay veces que me preguntó, ¿cuál es mi problema? ¿Será qué soy yo el problema? Me siento egoísta cuando digo esto.

—No eres un problema... Haz llegado como la solución a muchas cosas en mi vida, Rebbe. —susurré suavemente. Era algo increíble el poder tenerla así de cerca, transmitía calma y tempestad al mismo tiempo

—Pero... ¿La vida de las demás personas? He destruido todo lo que está a mi paso... —sentía su pulso acelerado, aunque no sabía si era el suyo o el mío

Deshice el abrazo tomándola por los hombros y la mire—. Aunque te veas como problema, las personas te ven como solución y me incluyo, eres una persona magnífica Rebbe —tenía que ignorar mis nervios de verla a los ojos cuando estábamos tan cerca. Sentía cosas por Rebbeca desde que la encontré después de mi sueño, pero no podía poner mis sentimientos como prioridad cuando ambos estábamos rotos. No podía ser egoísta

—Mat, gracias —y volvió a abrazarme, devolví su abrazo no queriendo soltarla, no queriendo que se vaya nuevamente o desaparezca como en mis sueños

—Sí eres real —susurré en un suspiro aliviado

Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora