Capítulo 28 • Lluvia

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“La vida en Dios, no es una vida religiosa, es una vida de cambios.

Me encontraba sentado en el pasillo, pues había salido un momento de la habitación porque me aún me recordaba a Celeste

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Me encontraba sentado en el pasillo, pues había salido un momento de la habitación porque me aún me recordaba a Celeste. La encontraba en muchos lados y en ninguno, pues al fin y al cabo eran solo recuerdos y ninguno podía conservarlo como si fuera físico. Levante la vista cuando se sentaron a mi lado y pude ver como Kat sonreía débilmente

—¿Sabes, Mat? —suspiro quizá controlando su respiración, nunca sabía lo que Katherine Coya tenía en su mente—. Los hospitales también me traen malos recuerdos —la miré sorprendido, pues nunca habíamos hablado de otra cosa que no sea Rebbeca o Samara—, aún vuelvo a cuando tenía casi veintidós años y me informaron que ellos ya no estarían conmigo... —pude notar como ocultaba sus lágrimas—. Pues mis hermanos eran muy jóvenes y mis padres no cumplían los cincuenta aún.  Es raro porque aun recuerdo como si fuera hoy estar gritando en los pasillos... No sé mucho de tu historia, pero sé lo de tu hermana... Lo lamento mucho

—Kat, hay veces que pienso demasiado sobre mi hermana, pues no sé si estaría aquí, no me hubiera dado cuenta que podía perdonar. Hay veces que ocurren cosas para poder aprender, no te lo niego, ¿me gustaría que Celeste este aquí? ¡Claro que sí! La extraño todos los días, me hubiera encantado que los conociera, a los tres chicos que se han convertido en mis hermanos menores, a Samy, Rebbe, Eitan, Joan, Jasiel, Anna, incluso los mayores. Celi no era como yo, ella siempre sonreía y enfrentaba el mundo aún con el cáncer consumiéndola. Si me preguntas quien fue mi hermana te diré que una guerrera que no la dejaron pelear lo suficiente. Mi hermana era más valiente que yo, ella conoció antes aquel maravilloso lugar... —por las mejillas de Kat caían algunas lágrimas

—A Blaise le hubiera encantado conocerte —susurro—. ¿Qué lugar? —pregunto curiosa

—El valle de la felicidad, pero donde habita Dios. Mi hermana fue la afortunada, tus hermanos también lo fueron... ¿Sabes? Recordé una frase que leí en línea hace tiempo que era de un libro, treinta días y creerás o algo asi, está decía: Cuando crees que eres completamente invencible, viene alguien que pincha tu burbuja —abrió un poco los ojos y luego sonrío asintiendo—. Rebbeca fue mi aguja, no es de mala manera, me di cuenta que necesitaba que eso pasara en mi vida. —ella asintió y sonreí aliviado

—También había oído la frase y Efraín fue mi aguja. Fingí durante meses que todo estaba en orden, que podía con todo. Es horrible el hecho de saber que te destruyes, pero no haces nada por ello, solo te quedas... te quedas inmóvil esperando que todo acabe. Es increíble como Dios piensa en las burbujas de todos y crea agujas especiales para ellas. —sonrío con melancolía y asentí dándole la razón

—Debería descansar Kat, ha estado mucho tiempo aquí y podría hacerle daño al niño —mire su barriga donde una nueva vida comenzaba a formarse. Aún no se sabía su género, pero al recibir tantas malas noticias en tan poco tiempo Kat casi pierde al bebé, había sucedido unos días después de que Samara cayó en coma. Pues todos perdimos las esperanzas, ella no demostraba indicios de que iba a vivir por lo tanto solo nos preparamos para lo peor, pero nunca tuvimos en cuenta lo que quería Dios.

—Claro, gracias por aparecer en la vida de Rebbeca, Mat. Todos los que aparecían se iban por el hecho de que ella carga con muchas cosas... Nadie sabía como hablar con alguien que la mayor parte del tiempo se encuentra teniendo debates mentales en qué decir y en qué callar —lo último lo dijo tan bajo que apenas pude oírla

—En realidad es emocionante como enfrenta al mundo —sonreí y vi como le cayeron algunas lágrimas

—Nos vemos, Mat —se levantó y se dirigió a la puerta de salida, pero quedó a mitad de camino, volteo y en sus ojos pude ver el dilema que tenía en si decir lo que pensaba o no—. La frase la dijo Malena Coya, fue una gran persona —entonces entro en la habitación. Lo entendí, algo hizo click en mi cabeza y se unieron muchas cosas. El libro, Katherine, su familia. Ella era la persona de aquel libro que había leído cuando tenía quince años, aquella que no comprendí por qué creyó en Dios en el que el chico ganó el trato de que ella creería. Ahora lo sabía, Efraín gano. Katherine era la persona que había pasado miles de problemas. 

—Mat —levanté la vista y Rebbe me miraba confundida. Se apoyo en sus rodillas para quedar a mi altura y mirarme a los ojos. La escena para cualquiera podría rara, pues ella de rodillas y yo me encontraba sentado, observando cada movimiento que de ella salía.

—Tu mamá es la persona que estuve sin entender por muchos años y ahora me he convertido en ella. Aunque no lo digo de mala manera, simplemente que nunca creí que nunca la conocería. Ahora entiendo porque dijiste que era lo que me hacía pensar que tu mamá nunca había sufrido —dije y ella me miró sin entender—. Tu mamá es parte de treinta días y creerás... —ella solo pronunció un "Oooh" y se levantó enderezandose—. Tu madre es famosa —continué diciendo y ella coloco un dedo sobre mis labios

—No le digas a nadie, quiero vivir una vida normal...

—Tengo una sola pregunta... —ella hizo un gesto que indicaba que podía continuar hablando— ¿Qué sucedió con aquel compañero de trabajo de tu madre?

—¿Rafael? —pregunto. Sabía que en la novela tenía un nombre diferente, pero supongo que era él, por lo cual asentí—. Él es mejor amigo de la tía Adti —sonrió—. Solo que vive por Holanda o algún lado de esos. El tío Rafa es el tipo de personas que vive viajando, al fin y al cabo es un empresario y de eso se trata su trabajo. Hay veces las cuales nos lleva a nosotros de viaje por el mundo

—Supongo que al igual que Adti, pues ella viaja mucho con la banda. Siempre van llevando el nombre de Cristo

—¿Vamos afuera? —pregunto, por lo cual asentí y comenzamos a caminar. Los hospitales eran silenciosos, por lo tanto solo nuestras voces se escuchaban haciendo eco

—Parece que lloverá —dije y ella asintió, el cielo se encontraba cubierto de nubes, lo cual ocasionaba que el día se viera oscuro

—Amo la lluvia —sonrió alegre

—Tu amas todo —le dije burlón y ella río

—Incluso a ti —mis latidos se salieron de control y la observé como sonrió, tan alegre y despreocupada de todo. Quise ser como ella y no tener el miedo de perder a alguien más—. Eres mi mejor amigo, no sé que haría sin ti —sabía que era su mejor amigo, pero había veces que deseaba que ella me viera de la misma manera que yo la veía. Aunque sabía que debía darle tiempo, pues conocía sus miedos en cuanto enamorarse.

Comenzó a llover, su cabello comenzó a gotear y ella solo observaba un panorama. Donde una niña intentaba hablar con su madre, mientras está última solo lloraba. Vi a Becky parpadear un par de veces y golpearse a si misma de manera suave. Se acomodo su pelo y salió en dirección a aquella niña

—Creo que me enamoré de ti —susurré de manera que ella no me escuché

Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora