Capítulo 35 • Feliz cumpleaños, Mat

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—¿Vemos el atardecer? —me pregunto Rebbeca mientras me miraba con una sonrisa de lado, asentí y comenzamos a caminar para encontrarnos frente al lago, el sol se ocultaba tan lentamente y una lágrima cayó por mi mejilla

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—¿Vemos el atardecer? —me pregunto Rebbeca mientras me miraba con una sonrisa de lado, asentí y comenzamos a caminar para encontrarnos frente al lago, el sol se ocultaba tan lentamente y una lágrima cayó por mi mejilla.

¿Podría haber disfrutado de estas cosas con Celeste? Recuerdo haber estado con ella mientras mirábamos cada atardecer por la ventana de aquel hospital.

—Feliz cumpleaños, Mat —sonrió ella y me entrego una foto en un cuadro, era yo, en el valle de la felicidad, sonreía mientras jugaba con Olaf.

—¿De cuándo es? —la mire confundido.

—Me gusta tomar fotos, son una manera de guardar los recuerdos para siempre, hay veces que la mente falla —ella me miró de manera rápida y luego siguió observando el hermoso acontecimiento de la naturaleza.

—¿Te puedo... te puedo preguntar algo? —mis manos temblaron, no sabía a que se debía eso, ella asintió sin mirarme—. ¿Cuánto tiempo toma dejar ir a alguien? —la ví fruncir el ceño por unos segundos sin saber a qué me refería—, es decir, ¿cuánto tiempo toma aceptar que una persona ya no estará en tu vida? Es lo que día a día me preguntó con Celeste, ¿sabes? Muchas veces siento que ya no la extraño, pero cuando algo me recuerda a ella, me dan esas ganas inmensas de abrazarla, de querer contarle algo y que pueda escucharme, de querer verla, es una sensación que quiero que desaparezca, llevo mitad de mi vida con este sentimiento, ¿cómo puedo superar la muerte de mi hermana? Porque muchos me dijeron: "dale tiempo al tiempo", pero ¿cuánto tiempo lleva el tiempo? No lo entiendo, no quiero que me duela cada vez que pienso que ella no está, quiero despedirme de una vez... aunque a veces me da miedo... Me da miedo que al despedirla, la olvidé... —Becks me miró y limpió mis lágrimas con el mayor de los cuidados, pero la abracé, no quería que escapé de mi. No era un monstruo como mamá decía, sí podía amar. El miedo frenaba muchas cosas, una de ellas era la libertad.

—Esta bien Mat, el tiempo no cura nada, solo nos enseña que podemos seguir.

||• • • • • ♪ • • • • •||

Había pasado una semana de eso, no había señal de Rebbeca, no tenía mensajes de ella ni mucho menos llamadas.

—¡Hola, Mat! —me recibió Efra en la entrada con Olaf, el cual se acercó recibiendome—. ¿Qué te trae por aquí, mi querido amigo?

—No he visto a Becky, por una semana y quería saber que paso, vine de visita —la cara de Efra cambio de inmediato, como si no entendiera mi visita aún.

—¿No te enteraste, Mat? —preguntó mirándome con tristeza por lo tanto negué—. Pasa, tomemos algo —entré lentamente confundido y nos dirigimos a la mesa, él me sirvió un vaso de agua.

—¿De qué me tenía que enterar...? —quería saber la respuesta, sentía demasiada curiosidad, ¿qué había pasado?

—Rebbeca está en Estados Unidos, Mat. Se mudó allí, fue con su tía Iara —"no me espero" eso fue lo primero que pensé, no pude decirle nada, otra vez no me había podido despedir, quería salir corriendo de ahí, pero ¿dónde iba a buscarla? Ella no me respondería, estaba huyendo de mi. ¿Cómo podría enamorarla? Eso no era lo importante, había perdido a mi mejor amiga...

—¿Está escapando? —fue lo primero que pregunté y él negó.

—Esta mejorando —respondió con certeza.

—Entonces es que no me necesita —se me escapó una lágrima, no era mi intención llorar frente al padre de la chica que me había mostrado el camino hacia mi salvación y felicidad.

Quería volver a llorar, sentía que había perdido nuevamente todo, mi pasado se sentía tan palpable, entonces me recordé que no podía volver ahí, ya no era el mismo Mateo

—¿Sabe lo qué pienso de Rebbeca? —le pregunté a Efraín y él asintió

—Samara me contó lo que había sucedido, Rebbe me pidió que si venías te diera esto —me entrego una carta, la mire con curiosidad y la di vuelta.

De: Rebbeca Di'Angelo.
Para: Mateo Hwang.

Decía en una perfecta caligrafía.

—Yo... —Efraín asintió

—No te preocupes Mat, no me voy a enojar porque te vayas —sonrió y yo asentí agradecido

—Muchas gracias, no sé que dice la carta, pero espero poder volver —le sonreí

—Nos vemos, Mat

Fue una despedida simple, mis manos temblaban, conocía a Rebbeca.

Al llegar al departamento me senté en la cama con la carta en frente, la examine por unos segundos hasta que por fin lo decidí.

—Por favor Dios... —susurré y la abrí empezando a leer

Querido Mateo:

Hola Mat, espero que para cuando estés leyendo esta carta no hayan pasado muchas cosas, pues yo estoy bien. Siendote sincera cuando comencé a idear el plan no pensé que terminaría así. Que loco son los planes de Dios, ¿verdad?

Sé que estás queriendo sacar una conclusión de esta carta o esperando una respuesta del porqué me fui. No fue tu culpa, simplemente quería irme, escapar un tiempo de la realidad.

Perdón por no decírtelo el día de tu cumpleaños, quería irme lo más silencioso posible, es realmente agotador extrañar a las personas y que ellas te extrañen.

Aún creo que puedes encontrar tu valle de la felicidad, no sé si estaré ahí.

Tengo una respuesta, Mat. Admito mis sentimientos, me gustas, pero aún no estoy lista. Tengo muchos procesos que llevar y mis inseguridades todos los días crecen, porque me di cuenta que por más que luche con mostrarme sin defectos cada día me da más miedo olvidar que soy humana, que no soy un robot.

Por eso me fui, porque ninguno se desata del pasado. Quisiera estar ahí para cuando lo hagas y te reconstruyas completamente, pero apenas puedo con mi vida.

Estoy en Estados Unidos, con la tía Iara, cuando los dos estemos listos encontremonos en la cafetería a la que planeamos ir cuando hablamos de viajar.

Con cariño, Rebbeca.

Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora