Hay veces que la vida te sorprende, yo solo quería seguir en mi zona de confort. Mi vida era una completa tormenta, hasta que la conocí a ella y me mostró lo que era la calma.
-Las mariposas siempre están en el valle de la felicidad -habló Rebbeca y...
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—¿Me dices que todo eso paso en un sueño? —asiento. Le había contado todo el sueño y con los detalles, pues lo había escrito todo en un cuaderno cuando desperté, había veces que lo leía y repasaba los hechos si habían sucedido así—. Es demasiado extraño...
—Lo mismo pensé, pues te había soñado y luego te encontré en mi realidad... Fue un suceso inesperado
—¡Por eso te quedaste callado cuando nos vimos por primera vez! —exclamo—. Ahora tiene sentido... Yo creí que era porque eras mudo... Ay, no. Que pena —reí ante sus palabras y ella igual. Nos quedamos unos minutos en silencio, quizás ella estaba procesando todo lo que pasaba y yo no podía creer que al fin le había confesado mis sentimientos
—Se que me dirás que no... Así que no te estés preocupando por ello —le explique y ella susurro un "lo siento"
—No estoy lista para enamorarme o en realidad no sé si para eso hay que estar lista, lo que se es que no quiero lastimarte... Espero que algún día encuentres alguien que valga la pena —extendió su mano y la estreche, mientras mi corazón era estrujado dentro de mi pecho.
—Espero que algún día encuentres a alguien que te haga sentir que vales la pena —le sonreí, esperando ser ese alguien
—¿Sabes? —la mire esperando que hable, pero ella nego—. No, no es nada —y llamo a Olaf, el cual estaba en el lago. Ella me encantaba. Su valle de la Felicidad me parecía fascinante y sus gustos eran raros, pero eso la hacía ser ella... No solo me gustaba eso, el hecho de su relación con Dios era tan hermosa. Tenía sus fallos, pero era una manera llamativa la cual como todas las piezas encajaban en su lugar cuando ella se las dejaba a Dios. Por eso había comenzado a creer, porque ella me enseño todo lo que aprendió.
Tenía miedo de lastimarla, quizá más de lo que ya estaba. Ambos teníamos ese miedo... Lo podía ver mirándola a los ojos—. No olvides que soy tu mejor amigo... Así que puedes contarme todo. El hecho de que estoy enamorado de ti no quiere decir que no sepa dejar de lado mis sentimientos y pueda ayudarte como lo he hecho siempre... —ella río
—Eres un misterio aún, Mateo. Ya debo ir a casa, así que te acompaño hasta aquí... —me guiño el ojo y se fue. Quería acompañarla, pero sabía que quería estar sola para pensar las cosas.
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Mateo Hwang... Mi mejor amigo, pero se había declarado... ¿Por qué yo? Él me conocía mejor que nadie, era un desastre con todo lo que hacía.
—Olaf, no entiendo a los hombres... Tal vez no me enoja eso, me enoja el hecho de no entender al único hombre que quiero saber que piensa.
Mi celular comienza a sonar y Tahiel aparece en la pantalla—. ¡Rebbe!
—¡Tahi! —le grito y él ríe—. ¿Qué sucede?
—Faltan pocos días para el cumpleaños de Mateo, pero nadie sabe que regalarle... Así que... debemos recurrir en tu ayuda
—Mmm... No se que podría ser, pero ni bien sepa te informo —él asiente, hablamos un poco más y termino la llamada—. Olaf, irás a casa... Yo debo visitar un lugar.
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—Junta mucha tierra estos lugares... —susurro mirando la lápida. El cementerio formaba parte de mi valle de la tristeza, aquí siempre lloraba. El valle de la felicidad también podía convertirse en tristeza, pues no todo es felicidad constante—. Creo que ya lo he entendido... Quizá de una forma un poco mal, el hecho de que ustedes no estén aquí me hace apreciar muchas más cosas. Mamá es muy especial, pues le han enseñado tanto y hay cosas las cuales no le han podido terminar de enseñar. Hoy me hace pensar que el tiempo pasa muy que se han ido, creo que eso duele un poco... Me siento confundida con todas las cosas que han sucedido... No entiendo nada...
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—Hola hermanita... —mire aquella dedicatoria en la lápida y me senté al frente de aquella tumba—. Tengo mucho que contarte... No creí que las mariposas fueran parte del valle de la felicidad como me dijiste antes de marcharte... No lo veía posible. Tampoco creí que eso existiera, simplemente pensaba que era algo ridículo en el cual las personas se ocultaban para escapar de la realidad... No me oculte ahí porque sabía que te encontraría... Me había enojado con aquel monstruo que te llevo, muchas veces visite los hospitales con tal de verte... Quería que estuvieras aquí conmigo, era egoísta por el simple hecho de pensar solamente en mi sufrimiento. Conocí a una persona que por mucho tiempo no entendí y fue algo magnífico, pero... me enamoré de su hija —solté una risa irónica—. A veces me da miedo que todo esto desaparezca como un sueño... Un día despertar y que ya no esté nadie... Que todo lo vivido sea una simple fantasía.
»¿Cómo es el cielo, Celi? La tierra es un poco rara, mucha gente la desprecia y ocurren cosas feas, a veces pienso que es mejor que te hayas ido antes porque no podría protegerte de todo lo que ocurre aquí. Conocí a una niña llamada Haneul, como papá te dijo que era tu nombre en coreano... sentí por un momento que pasábamos tiempo como hermanos. También he conocido mucha gente nueva y me han ayudado mucho, siempre me invitan a lugares magníficos con el objetivo de pasar tiempo conmigo y divertirnos... No sabía que se sentía tener amigos, había olvidado también el sentimiento de la familia... Hablando de familia, debería volver a ver a mamá... La extraño. También te extraño, Celi. Aunque ahora entiendo un poco más lo de despedir a las personas. Siempre voy a ser tu hermano y tu siempre serás mi hermanita, la mariposa favorita de mi valle de la felicidad.
—¿Mat? —gire al reconocer esa voz
—¿Qué haces aquí? —pregunté confundido
—Solo quería visitar la tumba de mis abuelos y tíos—se encogió de hombros—. Además hoy es otro año que ya no están, es raro... No lo sé —suspiro Rebbeca
—¿Vamos? —ella asintió, pero antes ví como observó la lápida que se encontraba detrás de mi y abrió los ojos sorprendida
—Hace unos días cruce por esta tumba y me pareció muy hermosa la frase, ¿la elegiste tú? —asentí
—Tenía diez años cuando la decidí... Hoy también se cumple otro año que ya no está...