Capítulo 40 • Mamá, perdón

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Mi cabeza daba vueltas, mañana ya estaría nuevamente cara a cara con Mateo

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Mi cabeza daba vueltas, mañana ya estaría nuevamente cara a cara con Mateo. Mi cuerpo temblaba, pero vería a mamá, sería mi última herida. Sanar aquello por lo cual estaba aquí. 

Tenía muchos traumas, me di cuenta a medida que pasaba el tiempo aquí, en este lugar me sentía más tranquila, con menos carga, quizá no era la única que se sentía de esa manera, pues sabía que Samara se encontraba quizá peor, ella tenía muchos más estereotipos que yo. 

Nunca hablé de mi relación con mi madre... Mi madre es Katherine Coya, ella perdió a toda su familia en un accidente, no sé en qué momento me enteré de esto. No había nacido cuando ocurrió todo, pero siempre sentía que tenía que ser diferente o al menos fingir que podía ser diferente, que tenía todo bajo control, pero era como intentar atrapar agua con las manos, siempre se deja alguna grieta, mis grietas eran que no podía dejar de ser lo que era y lo que era me llevaba a ser igual a aquellas personas que mamá perdió en un accidente. 

Entre tanto caos en mi mente decidí escapar, pero no podía hacer siempre lo mismo, algún día debía hablar con ella cara a cara, pero lo único que tenía por ahora era escribir una carta. 

Querida mamá:

Si lo pienso bien nunca hice una carta así, siempre me limite, porque soy Rebbe... Perdón ma, pero muchas veces te culpé. No fue tu culpa, lo sé, pero me di cuenta con el tiempo lo que simples palabras me habían afectado "eres igual a Samay" "cuentame cuando quieras saber de ellos..." 

No te conté ma, pero si quería saber de ellos, pero te ví llorando tan rota, que no quise. Supuse que aun estabas curando heridas. Tuve una charla con alguien la cual me comentaba de su hija: "Guardarse todo" "Madurar antes" y más cosas. Yo no sabía que eso me afectaba, pero mírame aquí, escribiendo una carta sin poder parar de llorar. Sinceramente no sé si deba decirte esto, no es por ser mala, solo quiero evitar cosas, pero no soy Samay o Blaise y está bien que me digas que soy similar, pero a veces solo quiero ser Rebbe.

Me di cuenta cuando toqué fondo, yo pensé que esto no me iba a pasar, es decir, siempre pude con todo. Cuando Samara casi no resistió, no pensé en mi, lo primero que pensé fue que no querías que pierdas alguien más. 

Mamá, estoy cansada, quise dejar de existir muchas veces, no es por nada, pero me encuentro muy lastimada y no quiero volver a alejar a todos solo porque me están conociendo. Me cansé de pensar que la gente se va a ir, no siempre es así.

Me ahogué mucho tiempo, porque no tenía a nadie a quien contarle como me sentía, eres mi mamá y tal vez en algún momento de mi vida me gustó hablar contigo, pero había otros en los cuales no teníamos comunicación, porque no nos lográbamos comprender, quería hablarte y que me veas a mi, pero a veces, solo a veces me hubiera gustado no ser yo.

Si me dolía no tener amigos, siempre me aisle, siempre fue así, estar encerrada en casa, no salir, escuchar anécdotas y yo solo no hablar porque no las tenía, tampoco tenía con quién. Nunca supe cómo tener amigos, además no me gustaba invitarlos a casa, no por ustedes sino por mí. Siempre fui un desastre, mi vida siempre fue un desastre. Porque yo era insensible, porque a mi no me afectaba nada, ni me importaban las personas. Muchas veces lloré, porque si me importaban...

Espero nunca leas esto, porque no quiero que esto te lastimé, porque algunas cosas quizá son de mi imaginación.

Sé que haces lo mejor y te esfuerzas, de verdad aprecio eso, pero a veces, solo muy pocas veces, quiero que me veas a mí... Solo a Rebbeca, tu hija.

Atte: Rebbeca. 

||• • • • • ♪ • • • • •||

Aquí me encontraba por fin, a punto de tocar aquella gran puerta de madera la cual pertenecía a mi hogar. Mis nervios estaban muy latentes, entonces golpeé.

Samara fue la que abrió la puerta, sabiendo lo que iba a ocurrir. Hoy era la tan esperada cena, con la tía Iara informamos que nuestro avión se retrasó por una dificultad por lo tanto llegaríamos un día después, pero era una sorpresa... Habíamos llegado primero, mamá y papá se habían ido a comprar algunas cosas que faltaban, aprovechamos la oportunidad y subimos rápido a mi habitación. Al pasar por el pasillo vi una puerta con un león y un nombre de color azul, "Alexei" se lograba leer. La curiosidad me estaba carcomiendo, pero continúe el camino. Ingresamos en mi habitación y escondí mis cosas y las de Iara por si algo ocurría. 

La cena sería en casa, el lugar era grande, está vez vendría Rafael, era amigo de la familia, un tío más.  

Solo faltaban unos minutos y todos comenzarían a llegar. 

Escuché la puerta y mi corazón se aceleró, ya era la hora. Afortunadamente ya había escogido mi outfit, por lo tanto, ya me encontraba lista. 

Los primeros en llegar fueron el tío Brandon y Johanna, junto con Jasiel y Anne, se escuchaban las voces de estos últimos. Al cabo de unos minutos sonó aquel molesto timbre, anunciando la segunda familia, se trataba de la tía Matilde junto con Rafael, los cuales se habían encontrado en el camino. Los terceros en llegar fueron mis padres, escuché pasos en la escalera y pude distinguir que era mamá, ella iba hablando con alguien así que supuse que era el pequeño Alexei. 

Los siguientes fueron John y Abigail, junto con Joan y Eitan, solo faltaba una familia, mi corazón parecía que en cualquier momento se saldría, pero entonces escuché su voz. 

Mateo había llegado.

No faltaba nadie en el lugar, mamá ya había bajado hacía el comedor, por lo tanto tenía el lugar libre y despejado. 

Le hice una seña a Iara y ella me siguió, bajamos lentamente y salimos de manera discreta entrando al comedor mientras ellos se encontraban orando por los alimentos. Nos sentamos de manera que nadie lo noté. 

—Amén —dijo Samara y todos levantaron la vista. 

—Que lastima que Iara y Rebbe no pudieron venir —dijo el tío Rafael.

—Extraño a mi hermana —hablo Matilde esta vez.

—La verdad que con ellas aquí sería más divertido —esta vez habló la tía Iara. Nadie noto que era ella, pero yo sentí una mirada, Mateo. Él me miraba como si estuviera viendo un fantasma.

—Nadie las extraña, ahora a comer —dije con tono sobrante. 

—Rebbe, no digas... —Lauti dejo la frase a la mitad—. Che, pero ¿no que venían mañana? —gritó el pequeño puberto y con Iara por fin soltamos la risa que tanto estabamos conteniendo.

—Pequeña traviesa, me mentiste —me fulmino Brandon con la mirada, entonces noté algo particular. Dos personas que no conocía, una niña y un chico. Miré a Mateo, pero este hablaba muy animadamente con ambos. 

—Familia, les presento a Haneul y a Hei-Won —dijo atrayendo nuestra atención Mateo. 

Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora