—Hermoso nombre —le respondí, había aprendido un poco de coreano con el General Lee.
Recordaba tener conversaciones con papá en coreano, pero no exactamente las palabras ni su pronunciación, eso me enojaba. Cuando envié mi solicitud para ingresar en el ejército había comenzado a hacer cursos intensivos del idioma, pero los abandone en la mitad.
—Gracias —dijo ella con una sonrisa en su rostro
—¿Cuántos años tienes? —me coloqué en cuquillas para estar a su altura, esta frase me había dificultado un poco, por lo cual me tocó tiempo poder decirla bien
—Trece años —miro alrededor en busca de algo y no obtener nada en su búsqueda se acercó a mi a modo de misterio—. ¿Tú sabes dónde están mis padres? —mire alrededor había demasiadas personas y otras habían fallecido debido a las explosiones
—Puedo ayudarte a buscarlos, pero debo ayudar a las demás personas también. Así que puedes esperarme aquí —ella negó
—Yo también quiero ayudar —dijo muy animada. No sabía lo que podía encontrarse allí, pues había mucha gente herida al borde de la muerte—. Siempre estoy paseando con mi hermano mayor, él es médico también me enseño a mi todo lo que sé —hablo orgullosa
—Si tienes miedo, solo dime ¿está bien? —ella asintió felizmente
—Hola señora Kang, ¿se encuentra bien? —la primera persona que cruzamos en nuestro camino fue la señora Kang de 47 años, un mueble había caído sobre su pierna, por lo tanto lo levantamos entre algunos soldados y la ayudamos a salir, por suerte solo era un golpe leve y estaría bien luego de unos meses
—Señor Kim, ¿está usted bien? —Haneul llamaba a todos por su nombre o apellido, era increíble como conocía a casa persona y le daba instrucciones de como debía colocarse para que algunas hemorragias internas no causen problemas en el futuro, había médicos por todos lados. La gente conocía a Haneul por lo tanto no tenían ningún problema al momento de obedecerla a pesar de ser un niña
—Toma agua —le alcance una botella, habíamos estado caminando hacia horas, ella bebió un poco y enseguida se acercó a un niño el cual tenía un corte grave en su brazo, el primero en reaccionar fui yo
—Hola pequeño, ¿cómo te llamas? —le sonreí
—Hyunjin —susurro con dolor, mientras nosotros hablábamos mi acompañante le curaba la herida
—Es bonito, te llamas igual que un miembro de la banda de K-pop —él asintió
—A mi mamá le gustó el nombre, pero algunos niños se burlaban de mi por ello —sorbio su nariz, pues estaba llorando debido al dolor
—Mi nombre es Mateo, es un nombre inglés, mi mamá nació en Estados Unidos y viví en Corea durante algunos años, algunos niños se burlaban por mi nombre también. Aunque cuando fui a vivir a Latinoamérica encontré muchas personas con mi nombre, allí nadie se burlaba. Incluso tengo una amiga llamada Samara que le encantan mucho los grupos de K-pop y chilla de felicidad muchas veces cuando le cuento de gente con tu nombre. Así que ten en cuenta que hay personas que van a amar tu nombre —me había trabado muchas veces en esa oración, tenía miedo que no haya llegado el mensaje
—¿Samara? —pregunto confundido y yo asentí
—Es un nombre en español —explico Haneul y el niño asintió sonriendo. La niña había terminado su trabajo y así continuamos nuestro camino, la madre de Hyunjin había llegado luego de que terminaramos de curarlo—. ¿Latinoamérica es lindo? —asentí—. Sho... hablar... eshpañol... Mmm... también —dijo ella y le sonreí
—Bastante bien —un muchacho se acercó a nosotros y rápidamente la chica a mi lado reacciono
—¡Haneul! —grito el muchacho y la abrazo. Era un reencuentro muy lindo. Algo de felicidad en medio de tanta tristeza
—¡Hermano! Estaba preocupada, ¿dónde están papá y mamá? —él señaló detrás de un muro y unos señores salieron. La señora era pelirroja por lo tanto eso explicaba el color de cabello de Haneul
—Muchas gracias por cuidar de mi hermana —el chico extendio su mano, tenía alrededor de veinteaños. Era alto, quizá más alto que yo.
—No hay de que, por cierto Haneul, si algún día decides ir a Latinoamérica, dile al general Lee. Puedes llevar a tu hermano también —mire a su hermano el cual fruncía el ceño y yo reí. Tenía el mismo gesto que Samara
—Nos vemos, muchas gracias —saludo Haneul y sentía como si hubiera estado con las personas correctas
Los problemas se lograban observar por todos lados, a veces sentía que me quejaba demasiado. Superar la muerte de un hermano era difícil. Había podido vivir esto. Solo habían fallecido 16 personas en la explosión, en comparación con los pueblos vecinos eran muy pocos, dado que en el anterior que habíamos estado fueron 378 personas.
Todo se lograba perder en unos segundos de tiempo y había veces las cuales nos quejabamos de nuestra forma de vida, sin tener en cuenta que había personas que nunca tenían un momento de paz, pues la guerra se vivía día a día allí.
||• • • • • ♪ • • • • •||
—¡Mateo Hwang! —grito Lautaro del otro lado del celular
—No grites Lautaro —me toque la oreja la cual me había gritado. Eso había dolido
—¿Cómo están todos por allí? —Lauti me contó sobre como Samara estaba volviendo a salir de su cuarto, Rebbe le contaba a ella algunas cosas. Aún seguía con el trauma de lo que había sucedido, a veces sabía que fingía que no le ocurría nada, el causante de lo que había ocurrido no había podido encontrarlo. Las cámaras de seguridad no captaron nada de lo que había sucedido—. Me debo ir, Lauti. Manda saludos a todos allí. ¡Nos vemos! —corte la llamada y el General Lee se encontraba apoyado en el marco de la puerta
—Mat —salude de manera oficial y él igual
—General —dije en el mismo tono
—¿Sabes? Has completado esto más rápido que nadie. Quizá si debías volver rápido —río
—¿Es en serio? —pregunte sin poder creerlo
—Voy a extrañarte bastante soldado Hwang —me acerque y lo abracé
—Eres una excelente persona, Mateo. Espero que podamos volver a encontrarnos. Ya debo irme, así que dejo que puedas empacar tranquilamente para que puedas irte —asentí y le agradecí miles de veces.
Volvería a ver a Rebbeca.
||• • • • • Continuará • • • • •||
Mateo con ropa de ejército en multimedia
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Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©
Novela JuvenilHay veces que la vida te sorprende, yo solo quería seguir en mi zona de confort. Mi vida era una completa tormenta, hasta que la conocí a ella y me mostró lo que era la calma. -Las mariposas siempre están en el valle de la felicidad -habló Rebbeca y...