Estaba aquí, estaba tan cerca, era hipnotizante, no podía dejar de mirarla, no pude evitar sonreír cuando ella me miró, se había cortado el cabello, pero seguía igual, era la misma Rebbeca que me enamoró.
—¿Ella es la chica que te gusta? —me preguntó Haneul en coreano y asentí.
—Ella me gusta —le dije en el mismo idioma.
—Oigan, yo si entendí —dijo Samara, había olvidado que al gustarle tanto la cultura coreana había aprendido el idioma. Hei-won la miró sorprendido.
—¿Dónde aprendiste? —ella se removió incomoda, Samara quedó con un tipo de fobia a las personas desconocidas, sobre todo a los hombres, pero solo yo lo sabía, ya que la última vez fuimos por helado y le sucedió.
—Por una aplicación —explicó con una sonrisa ocultando sus nervios.
—¡Bienvenidos! —dije mirándolos con una sonrisa, Mateo le dijo algo en coreano a la niña y ella sonrió, recordé quien era ella, Haneul, su nombre era como el de Celeste, por eso Mateo le había tomado aprecio.
—Gracias —dijo ella con un dificultado español, pero rápidamente le sonreí.
—¿Hablas inglés? —preguntó la tía Iara y ella asintió—. Familia, se configuran a inglés —dijo ella y todos nos reímos, sentía su mirada, Mateo observaba todo lo que hacía mi corazón estaba completamente acelerado, no podía tranquilizarme y algunas cosas por los nervios me salían mal. Entonces un pequeño bebé apareció en mi vista. Mamá tenía en sus brazos a Alexei, me vio y enseguida río.
—Hola, hermanito —le sonreí, lo cargué y salí con el hacía el patio trasero—. Soy Rebbe, soy tu hermana la del medio —Alexei reía a carcajadas—. No sabes cuanto miedo tuve —después de lo de Samara, mamá tuvo algunas dificultades con el embarazo, pero todo salió perfecto.
||• • • • • ♪ • • • • •||
La cena había transcurrido entre risas y charlas, nos encontrabamos en el patio trasero, el pequeño Alexei se había quedado dormido, por lo tanto Samy lo había dejado en su habitación, en un momento Hei-won desapareció, había ido por un vaso de agua.
—Mmm... ¿me ayudas? —Hei-won le tocó la espalda a Samara la cual estaba parada en la cocina. El coreano se le había complicado con uno de los botones de la manga de su camisa, las manos de Samara comenzaron a sudar, sus piernas estaban temblando, su mente solo repetía "tranquila" y contaba hasta diez como le había aconsejado la psicóloga. Ella intentando desactivar las alertas y fingiendo estar bien lo ayudo, ella podía enfrentar sus miedos. Entonces el vaso que habían dejado sobre la mesada se rompió y con aquello la paz que Samara que estaba intentando buscar, esta comenzó a tener dificultades para respirar, Hei-won la miró preocupado.
—¿Estás bien? —le preguntó tocando su hombro, lo cual Samara lo aparto con un golpe en su mano, cada vez se le dificultaba más respirar, los recuerdos de aquella noche, los gritos de ella intentado escapar y que nadie la ayude, entonces se sentó en el suelo ocultándose su cara en las rodillas. Al hacerlo Hei-won se arrodillo a su altura y tocó su espalda, ella levantó su cabeza, lágrimas corrían por sus mejillas, como si fuera una niña pequeña y entonces pudo gritar.
—¡Déjame! —aparto su mano y los que se encontraban afuera se alertaron, rápidamente Rebbeca ingresó en la casa, al ver la escena se acerco a Samara colocándose de cuquillas a su altura.
—Samy, respira, tranquila, estoy aquí. Que se vaya de aquí —le dijo Rebbe cuando ingresó Mateo, este asintió comprendiendo la situación—. Perdón, perdón —repitió una y otra vez queriendo calmar a su hermana mayor.
—¿Qué sucede? —preguntó Hei-won confundido a Mateo, el recién nombrado lo miro con pena y solo le sonrío.
—No puedo contarte —suspiro con pesadez y el chico asintió, él sabía que era un ataque de pánico, pero no lo pudo notar. Se sintió tonto al no notar que él lo provocó. La mirada de Samara lo decía todo, estaba realmente asustada.
—Esta mejor —habló Rebbe saliendo de la casa, anunciando a todos el estado de su hermana.
—Quiero pedir disculpas, no tenía intenciones de arruinar su reunión familiar —Hei-won se notaba muy apenado.
—No te preocupes, no me di cuenta —dijeron Rebbe y Mat a unísono, ambos se miraron a los ojos, Rebbe sintió que las mariposas la ahogarían, Mateo fue el que rompió aquel contacto visual, sentía que si la miraba así no cumpliría su promesa y aún no había hablado con su padre.
—Nosotros nos iremos —dijo Brandon, así fue como todos se retiraron de la casa de Katherine y Efraín.
—Mamá, ¿puedo hablar contigo? —pregunté cuando quedamos a solas en la cocina, aquí terminaría de sanar, era aquí que todo se definía.
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Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©
Teen FictionHay veces que la vida te sorprende, yo solo quería seguir en mi zona de confort. Mi vida era una completa tormenta, hasta que la conocí a ella y me mostró lo que era la calma. -Las mariposas siempre están en el valle de la felicidad -habló Rebbeca y...