Capítulo 37 • Valle de la felicidad

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—¿Qué pensás, Mat? —dijo Lauti mientras se sentaba a mi lado, había pasado un mes desde que me había enterado sobre la partida de Rebbeca

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—¿Qué pensás, Mat? —dijo Lauti mientras se sentaba a mi lado, había pasado un mes desde que me había enterado sobre la partida de Rebbeca.

—¿Tú crees que va a volver? —le pregunté mirando el paisaje, no había mucho que observar, solo era el parque, arboles y algunas montañas, pero eso era todo, aún así era hermoso.

—¿Hablas de Becky? —yo asentí con la cabeza y él continúo hablando—. Todo lleva tiempo, Mat —Lauti transmitía tranquilidad al hablar.

—¿Cuánto tiempo lleva el tiempo? —él miro confundido—. Quiero decir, había personas que cuando les preguntaba sobre el tiempo para olvidar alguien que ya no está con nosotros solo me decían esa frase, pero nadie me dijo cuánto tiempo lleva el tiempo. Kat dijo en su libro que nadie dejaba una guía de como sobrevivir sin alguien que ya no va a volver.

» Me hubiera gustado que esté aquí, no es que no me guste tu compañía, solo que a veces me hubiera gustado pasar más tiempo con ella, ya sabes, verla bailar por alguna canción que le haya gustado o algo eso, cosas básicas...

—Te entiendo, sho no conozco a mis papás, no sé si sabías, pero aunque Harry y Valerie me tratan como uno de eshos, a veces no me siento parte, aunque no los juzgo, es normal. Además ha pasado mucho tiempo desde la adopción, a veces me hubiera gustado pasar algo de tiempo —dijo Lauti mientras miraba el cielo y yo seguí su mirada.

Recordé el último atardecer con Celeste, había sido muy similar. Era diferente, me sentía diferente, recordé mi pasado como las cosas habían comenzado a cambiar debido aquel sueño. 

—Tu teléfono esta sonando —dijo Lauti y observé el artefacto, me sorprendí al ver que el nombre de mamá se hacía visible. Muchas preguntas se hicieron presente en mi mente y con mucho miedo atendí.

Hola, hijo —dijo mamá del otro lado del celular, se notaba que estaba lucida, suponía que no había bebido nada de aquella sustancia perjudicial.  Me levanté del lado de Lautaro alejándome para poder hablar mejor. 

—Mamá —mi voz salió entrecortada, intenté que no se notara mi sorpresa, pero fallé en el intento.

Mmm, Mat, comenzaré rehabilitación. Quería contarle a alguien, ya que sé que tu haz comenzado tu vida nuevamente, no quise entrometerme, pero he estado mejorando, Mat. Puedes ir a visitarme si algún día quieres —estaba sorprendido, no esperaba eso, mucho menos de mamá, mis oraciones habían sido escuchadas. Algunas lágrimas escaparon, pero traté de contenerme, no quería que me oyera llorar.

—Esta bien, mamá. Iré a verte, espero que lo logres —mis palabras fueron totalmente sinceras.

Mat... —un largo silencio se hizo presente—. Perdóname —y mi llanto comenzó a caer, había esperado mucho tiempo aquellas palabras, mis heridas comenzaron a sanar lentamente y por fin sentí paz, me sentí tranquilo, pero no podía controlar mi llanto—. Perdóname, Mat. Tú también sufrías y lo único que hacía era poner más cargas sobre tus hombros, no debí gritarte sobre Celeste, también la extraño, solo que nunca estuve preparada para perderla, todos me dieron la confianza de que aquel que llaman Dios la salvaría, pero no hizo nada... Eso me dolía, hace un mes llego una joven a mi puerta hablando de él y me dijo que Celi estaba bien, que hasta el ultimo respiro Dios la cuido. Me habló sobre el Valle de la felicidad, ella dijo que te conocía... —al oír lo ultimo solo un nombre vino a mi mente: Rebbeca. Mis ganas de ir a buscarla aumentaron, pero aún no estaba listo y había hecho una promesa.

—Esta bien, mamá. También perdóname —hubiera deseado que esa charla fuera cara a cara, nunca había visto a mi madre de otra manera que no sea borracha. 

Debo irme, Mat. Ven de visita cuando quieras, te estaré esperando. Te amo, hijo —y la llamada se cortó

—Te amo, mamá —Lauti aún estaba en aquella banca, cuando me acerqué inmediatamente su cara cambio a una de preocupación—. Estoy bien —hablé antes de que pudiera preguntar algo—. Lauti, ¿tú crees que puedes acompañarme a un lugar? —él asintió rápidamente y comenzamos a caminar, entre preguntas y charlas sin sentido logramos llegar al cementerio.

—¿Verás a Celeste? —preguntó cuidadosamente Lauti y yo asentí—. ¿Querés que te acompañe? —su curiosidad se notaba en sus ojos y asentí.

—Hola Celi —dije al pararme en frente de una lapida donde una mariposa se dibujaba al lado de su nombre junto a una frase que había elegido papá—. Él es Lauti, mi hermano. Bueno, tengo más hermanos aparte de él y si los conocieras serían tus hermanos menores, pero no es posible, porque tú tendrás siempre cinco años y aquí todos seguimos creciendo —una lágrima lenta cayó por mi mejilla—. Hace tiempo apareciste en mis sueños, te extraño mucho, hermanita. —no pude soportar mis lágrimas y al observar a Lauti, él también estaba llorando, posó su mano en mi espalda mientras intentaba tranquilizarme. Intenté ser fuerte, pero hacía rato que me había olvidado como serlo—. Gracias, Celi —y me despedí en ese lugar frío, me despedí de la mariposa más radiante, me despedí de mi pasado y mi dolor, algunos faroles se iban encendiendo, ya que, comenzaba a oscurecer, miré a Lauti y comenzamos a caminar hacía la salida.

—¿Cuándo fue la última vez que la viste? —preguntó mi acompañante.

—Estábamos en el hospital, ella me entrego un trozo de cielo luego de haber caído en coma, no entendía mucho en ese momento, pero Celeste sabía que se estaba por ir; te diré algo curioso, las últimas palabras de Celeste fueron: "Las mariposas siempre están en el valle de la felicidad", por eso conocí a Rebbeca, alguien ya me había hablado de ese valle, pero nunca pensé que fuera real, me reencontré con mi hermana allí, solo que ella era una mariposa —al llegar a casa Valerie nos esperaba para cenar.

—¿Cómo les fue? —pregunto Harry. 

—Mat, tiene que contarnos algo —dijo Lauti y las miradas se posaron en mi.

—Llamo mi mamá, comenzó rehabilitación, ella se disculpo...


Valle de la Felicidad. [EUMCEE 2]©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora