Capítulo 4

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Clifford

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Clifford.

Jugué con el bolígrafo en mis manos.

Frente a mí, desde hace unos 10 minutos aproximadamente, tenía a una de mis estudiantes, Lana, hablando sin parar. Todos sus comentarios comenzaron con un halago de lo buen profesor que era apenas estando una semana en la universidad.

Expresó su contento diciendo que estaba muy feliz por poder entender los primeros temas vistos con facilidad, diciendo que de seguro era gracias a mi forma de explicar, además de su inteligencia, claro estaba.

Pensé que solo vendría a preguntar por la nota que obtuvo en la evaluación sorpresa que les di el día que tuve esa extraña y tensa discusión con la señorita Russell en mi oficina.

Discusión que me dejo alterado incluso el fin de semana. Esa pequeña e absurda pelea con ella provocó que no solo no dejara de pensar en ella, sino que apareció en mis sueños, unos no muy propios tratándose de una alumna.

Respiré profundamente, dándome cuenta de que ya no le estaba prestando atención a lo que ella estaba diciendo. No podía concentrarme en lo que salía de su boca, solo podía ver su rostro algo borroso y su boca moverse sin detenerse.

Estaba ahí, pero a la vez no.

Al pasar los primeros 3 minutos con Lana pude entender perfectamente sus intenciones.

Desde el primer momento disfrazó sus intentos de coquetear conmigo bajo halagos... Muy intensos en realidad. Exteriormente no soy una persona muy amigable y amable, a excepción de con las personas que ya conozco.

Fui amable con ella nada más porque decidí llevarme bien con mis estudiantes en este nuevo semestre, era un nuevo trabajo, en una ciudad que conocía de adolescente pero no de adulto. Debía de hacerme una buena reputación para permanecer estable.

No creí que esa amabilidad se confundiría con algo más.

«Al menos, no quería que ella se confundiera». ¡No! Ese no era el tipo de pensamientos que debía tener.

—¿No le parece eso perfecto?

Parpadeé, confundido.

—¿Eh?—balbuceé, tuve que carraspear para intentar disimular—. ¿Qué estaba diciendo? Lo siento, recordé algo importante y no pude prestarle total atención.

Pude presenciar por un corto momento un destello de molestia posarse en su mirada, pero al instante sonrió con dulzura y golpeó mi hombro al carcajearse.

«¿Acaso dije algo gracioso que no me di cuenta?».

—Le pregunte si creía era buena la idea de conseguir su número para que todos lo tuviéramos en caso de querer preguntarle algo.

Insaciable © [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora