Willow.
Me moví con prisa del sofá, tratando de recoger mi ropa esparcida para así poder vestirme lo más veloz que me permitiera el sueño con el cual aún cargaba.
¿Y cómo no estar hecha un zombie?
Hace tan solo 5 minutos estaba durmiendo en el maldito sofá que me costó acomodar para poder recostarme junto a un muy ebrio Clifford, quien me pidió entre un ataque de berrinche, que durmiera junto a él.
Y ahora trato de hacer algo con rapidez, pero en total silencio.
Bufé.
«Como si eso fuera posible».
—¿Qué demonios hace ella aquí?—mascullé en dirección al castaño.
Clifford se vistió de igual forma.
—No lo sé.
—¡Pues haz algo!
Procuré no decir eso en voz alta.
Sinceramente no tenía idea de por qué Heather estaba aquí, ellos ya no tenían nada por lo cual verse a solas, al menos no por parte de Clifford.
Eso esperaba.
Al oír de nuevo la estridente voz de Heather, nos detuvimos unos segundos para poder prestar la atención posible a lo que decía la muy inoportuna.
—Clifford, abre la puerta, tenemos que hablar.
—¿Qué es lo que debes hablar con ella?—pregunté, envolviendo mi cuerpo con una de las mantas.
El frío de noviembre se sentía más que nunca el día de hoy.
—Eso mismo me pregunto yo.
Si hubiera podido, lo habría fusilado con la mirada, pero era algo completamente imposible.
Heather de nuevo se hizo presente, pero esta vez diciendo al verdaderamente espeluznante para nosotros.
—No tienes que abrir, encontré la llave que siempre mantienes debajo del tapete en la entrada.
Tanto el castaño como yo abrimos los ojos en grande.
—No, no, ¡espera!—exclamó él.
—¡Clifford!—chillé, asustándome.
No sabía si quedarme viendo la puerta a la espera de lo que pudiera suceder o esconderme. Lo último obviamente que no quería hacerlo, no tenía nada de sentido. ¿Por qué yo debería esconderme?
—¿Qué hacemos?—cuestioné, comenzando a entrar en pánico.
Clifford no respondió, al menos por unos segundos, hasta que pareció reaccionar.
—Willow—murmuró.
Instantáneamente entendí lo que estaba por decirme.
—No.
—Por favor, serán solo unos minutos.
Negué con la cabeza.
—No lo haré, no tiene ningún sentido, Clifford.
Juntó ambas manos, implorando.
—Será hasta que consiga hacer que se vaya, por favor. Me agrada menos que a ti, pero es lo único que se me ocurre ahora mismo.
Dio una rápida mirada a la puerta.
—¿Qué te parece el no dejarla entrar?
Sin embargo, no respondió. Se acercó y prácticamente comenzó a empujarme en dirección de la habitación. Al notar que claramente no me quedaba de otra, me deje llevar muy a mi pesar.
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Insaciable © [+21]
RomanceUn club nocturno. Una bailarina exótica. Un profesor recién llegado a la ciudad de Chicago. Y un baile demasiado excitante para el hombre que creía que iba a ser una noche aburrida. ¿Qué ocurrirá cuando el profesor descubra quien es la bailarina qu...