Capítulo 31

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Clifford

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Clifford.

Mi mente estaba trabajando mucho, especialmente teniendo que concentrarse en tres cosas al mismo tiempo;

Willow encima de mí.

Willow con su mano en mi polla.

Willow tratando de distraerme con su mano moviéndose sobre mi polla.

Sabía que ella quería eso, podía mantenerme en absoluto control haciendo eso, sin embargo no dejaría que funcionara.

«Debo resistir todo lo que pueda».

Nuestras miradas se encontraron, y ahí me di cuenta que no tenía oportunidad alguna.

No con Willow sonriendo levemente.

Ella se lamió los labios, se acomodó mejor sobre mis piernas sin mover su mano de dónde estaba, consiguiendo que pasara saliva sin siquiera necesitarlo de verdad.

—Lamento que mi forma de actuar hoy te hizo creer otra cosa—espetó—. No trataba de confundirte, pero me fascina el verte celoso.

La comisura de sus labios se estiró más, ensanchando su sonrisa convirtiéndola en una maliciosa. Un cambio repentino se vio en su mirada cuando esta adquirió un desconocido brillo, delatando que verdaderamente la situación le divertía.

—No estoy celoso.

Rebatí al instante.

—Clifford—su ceja se arqueó—, dijimos que no más mentiras.

Hasta el momento no había puesto una mano en su cuerpo, pero al fin lo hice posicionando ambas manos en su cintura, donde ejercí presión descuidadamente.

—Estoy furioso—declaré, acercando mi rostro al suyo—, detesto a Jonas, no quiero verlo cerca de ti, ni que te conozca más que yo—finalicé.

Willow, de la nada soltó una carcajada que acompañó con el movimiento de su cabeza en modo de negación. No sabía qué le causó gracia, ni qué negaba, así que esperé a que aclarara todo.

Subió sus manos a mi rostro, mi polla sintió un vacío sin el calor de su mano.

—No iba a verme con Jonas—acarició con sus nudillos mi mandíbula—, estaba por comprar comida.

Ante tal revelación, parpadeé confundido. No esperaba que respondiera eso, y estaba empezando a ponerme nervioso por haberme adelantado a las cosas.

—¿Comida?—murmuré, demostrando mi confusión.

Ella asintió, su delicado tacto no dejo de sentirse en mi rostro.

—Sí, para los dos.

—¿En serio?—mi cuerpo se enderezó.

Eso era nuevo.

—Ajá—sujetó con firmeza mi mentón para que la mirará fijamente—, quería decirte que lamentaba la forma en la que me viste hoy por la mañana y explicarte de lo sucedido, pero no me diste el tiempo suficiente.

Insaciable © [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora