Capítulo 7

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Clifford.

Es 28 de septiembre, y hace más de una semana que he estado evitando a Willow.

Después de huir despavoridamente del club a petición de Sunev, llegar a casa y masturbarme pensando en mi alumna, he tenido una semana de pura mierda. Bueno, no tan de mierda, he compartido mensajes con Sunev durante la semana.

Algunos eran muy interesantes, mayormente hablábamos por la noche, así que obviamente los mensajes a esa hora serian demasiado interesantes.

Por otra parte, no he podido ver a Willow a la cara sin que en mi mente se repitiera esa imagen tan... sensual de ella.

Y mientras más quise evitarla, más aparecía frente a mí.

Fue como si el universo se puso en mi contra para no hacerme olvidar lo que hice gracias a esa foto. La curiosidad es una tentación en la que todos podemos caer en cualquier momento, fui curioso, y ahora estaba pagando ese precio.

Esa misma noche me dije que no me arrepentía por lo increíble que me sentí, pero nunca conté con lo que pensaría después de hacerlo. Ni siquiera pude mantenerle la mirada las veces que nos encontramos en las horas de clases, en los pasillos e incluso durante los almuerzos fuera de la universidad.

«Maldita sea».

Estaba volviéndome loco, y todo por ella.

Dejé el bolígrafo a un lado, soltando un fuerte suspiro de resignación. Desde hace más de dos horas que estaba intentando corregir los trabajos que he dejado en la semana, pero no estaba consiguiendo concentrarme en ellos.

Todo el día de hoy estuve teniendo encuentros con la pelirroja que me dejaron con ideas de nosotros dos muy explicitas y verdaderamente satisfactorias.

Ahora esas ideas seguían rondando por mi cabeza, impidiendo que lograra hacer mi trabajo.

Estiré los brazos hacia arriba, haciendo que mis músculos se tensaran para luego relajarlos, necesitaba moverme de alguna forma para dejar de pensar en lo que hice, en ella especialmente, o sino eso acabaría con mi racionalidad.

—Maldita sea—maldije al aire.

Mientras más quería dejar de pensar en ella, más lo hacía.

Suspiré justo en el momento en que el tono de música que representaba una llamada entrante resonó por la habitación sumida en silencio.

La pantalla de mi móvil se encendió de la nada, mostrando un número desconocido ante mis ojos. Lo cogí, dudando si responder o no. Me hubiera agradado mucho que estuviera llamando Sunev, pero sabía que no me dejaría escuchar su voz, al menos por el momento.

Insaciable © [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora