Clifford.
Era primero de octubre y el clima fresco comenzaba a hacerse notar. Las hojas de cada árbol y arbusto iniciaron su cambio de un deslumbrante verde a un cálido marrón. Así eran los colores del otoño, tan brillantes antes de perder el color.
Y eso solo podía hacerme recordar a alguien. Cierta pelirroja que llevaba evitando, y que al final parecía como si ella ahora se estuviera escondiendo de mí. Lo cual era absurdo porque no había hecho nada como para ganarme eso.
«Eso creo».
Bueno, sí la estuve evitando, tenía un motivo para hacerlo. Y tal vez ella se dio cuenta de eso, así que decidió ignorarme de igual forma. O tal vez no lo está haciendo y yo estoy delirando, imaginando cosas que no son.
Todo me parecía extraño. Especialmente después de lo que ocurrió en una de las bibliotecas de la universidad con Lana.
Aceptar ese encuentro fue el primer paso a la desgracia, dejar que me hiciera una mamada fue el segundo, y gemir el sobrenombre de Sunev, pensando en Willow, fueron el tercero, cuarto, quinto y todos lo que siguieran.
«No pude haber sido más estúpido».
Después de que Lana me escuchara mencionar un nombre que no fuera el de ella, se marchó completamente enojada de la biblioteca. Lo cual no me importó mucho, solamente me jodio que me dejara con la polla dura al no haber acabado como debería.
Luego de asegurarme de que nadie me viera, me marché a casa con una extraña sensación recorriéndome el pecho. Era como una angustia de saber que le había fallado a alguien cuando en realidad no era así. Ni tampoco tenía alguna idea de quién podría ser esa persona a la que supuestamente mi mente me hacía sentir culpa.
Suspiré mientras concentré mi mente en el camino. Estaba en dirección al aula, faltaba poco para que diera mi clase, y me gustaba llegar antes que los alumnos para poder organizar todo el contenido que daría en la clase, además de asegurarme que estaba todo. No podía faltarme nada o la clase no podría avanzar de la forma que a mí me gusta.
Doblé en un pasillo, ya estaba a unos solos metros del aula cuando decidí elevar la cabeza. Fue como algo instintivo, ya que al hacerlo y ver frente a mí, el rostro de quién estuve pensando momentos atrás apareció, sorprendiéndome.
«Willow».
Ella deslumbró a unos cuantos pasos de mí después de haberse perdido por un día sin dar excusas ni explicaciones de su falta. Caminaba en medio del pasillo con la cabeza baja, concentrada en su mundo.
Inconscientemente, mis pasos se aceleraron. Fue como si necesitara verla para querer avanzar rápidamente al aula, donde sabía que ella entraría, y especialmente donde podríamos estar solos.
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Insaciable © [+21]
RomanceUn club nocturno. Una bailarina exótica. Un profesor recién llegado a la ciudad de Chicago. Y un baile demasiado excitante para el hombre que creía que iba a ser una noche aburrida. ¿Qué ocurrirá cuando el profesor descubra quien es la bailarina qu...