Capítulo 42

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Willow.

—¿Segura que te encuentras bien?

Preguntó, permitiendo que mi mano se deslizara entre las hebras de su cabello para acomodarlo.

—Eso es algo que debería preguntar yo, ¿no crees?—rebatí.

Cuando acabé de acomodar su cabello, Clifford se colocó el gorro de lana, teniendo cuidado con la herida que aún se encontraba sanando.

—Estoy bien, pero tú estás helándote—afirmó, burlón—. Sigo diciendo que pidamos una mesa dentro.

—¿Y perdernos de esta hermosa vista?

Llevé la mirada al río de Chicago que teníamos a un lado. Después de estar días en casa dejando que se recupere, decidimos salir y pasar un poco de tiempo con los padres de Clifford a quienes no veíamos desde lo ocurrido.

Yo quería que descansara más, pero él insistió tanto que al final consiguió convencerme.

«Solo porque sabe usar su boca».

Mi cuerpo se estremeció al rememorar el cómo logró que saliéramos del apartamento. De pronto el frio que estaba sintiendo desapareció.

—Esa hermosa vista no impedirá que te enfermes—al verme temblar, rodeó mis hombros con sus brazos—, es mejor esperar dentro del lugar.

Enarqué una ceja.

—Creo que aún no estás bien—llevé una mano a su mentón—, te atreves a llevarme la contraria.

Clifford negó con diversión, bajando sus brazos a mi cintura.

Al estar en una zona lejos de la universidad, era más cómodo el poder estar de esa manera. Aunque el accidente que nos asustó mucho, influyó para que decidiéramos dejar ese tipo de preocupaciones a un lado, al menos por un tiempo.

Mi prioridad de que no nos descubrieran se hizo a un lado.

—Solo estoy preocupado por ti, no has dormido bien, puedes enfermarte si seguimos aquí.

Rodé los ojos.

No porque no tuviera razón, la realidad era que me estaba congelando estando aquí fuera, más no iba a retractarme. Mi orgullo de darle la razón podía más que el frío, o al menos eso esperaba.

Así que abogué por lo que en estos momentos era de importancia.

—Y yo estoy preocupada por ti—colocándome de puntillas, deposité un casto beso en sus labios—. Tan solo han pasado unos días desde que saliste del hospital.

Cuando finalicé esa acción, apoyé el mentón en su pecho, y de esa forma mirarlo fijamente.

—Estoy bien.

Aseguró.

—También estoy bien aquí afuera.

No obstante, mi cuerpo volvió a fallarme. Todo gracias a una brisa helada me estremecí, temblando bajo los brazos de Clifford.

«Maldita sea».

Al notar eso, él alzó una ceja, mientras en sus labios esbozó una media sonrisa.

Su expresión decía un muy claro «te lo dije», más no le daría la razón. Especialmente porque antes de salir de su apartamento me negué a creer que fuera haría mucho frío, por lo tanto no salí con la ropa debida.

—Eres una mentirosa muy bonita.

Emitió de forma burlona.

—¿Por qué tienes que llevarme la contraria?

Insaciable © [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora