Willow.
Los besos robados por la persona que te atrae siempre son los mejores, en especial cuando previamente tuvieron sucesos juntos que estuvieron cargados de una tensión tan palpable como electrificante.
Esa tensión que sentías correr por toda tu espina dorsal, provocándote las sensaciones más deliciosas posibles, anticipándote lo que podría suceder después, o haciéndote imaginar lo que no ocurriría.
Esa misma tensión estuvo previamente cuando estábamos recostados en la cama de Clifford intentando dormir, esa jodida tensión hizo que el beso que ahora él me estaba dando tan sorpresivamente, fuera más que placentero.
O tal vez la idea de que era mi profesor el que me estuviera besando lo hizo casi perfecto. No estaba segura por completo, sin más no desaprovecharía la situación por la cual había esperado tanto.
—Intente alejarme para sentir alivio, creí que no caería...—emitió entre el beso.
—Clifford...—jadeé.
Sus manos se posicionar en mis muslos, de esa forma consiguió elevar mi cuerpo fácilmente para colocarme sobre la encimera a un lado del refrigerador. Indicándome cómo, enrolló mis piernas sobre su cintura, quedando él entre ellas.
—El que digas mi nombre de esa forma lo complica todo, carajo—atrapó mi labio inferior entre sus dientes.
El lapso de sorpresa desapareció con esa acción suya, y decidí disfrutarlo tanto como pudiera.
—¿De esa forma?—pasé las manos por sus hombros—. ¿De qué forma?
Su cuerpo se sintió caliente, como si estuviera ardiendo en deseo como yo después de tanta espera. Mi cabello que estaba enrollado en un moño desprolijo, cayó a los lados.
—De una forma tan tentadora—declaró, fijando su mirada en mí.
Respiré profundamente, luego, arremetí contra él, uniendo nuestros labios. Su respiración caliente chocó contra mi rostro, la aceleración que estaba manejando era incomparable con la que sentí en otro beso.
Los labios de Clifford eran expertos, parecían incluso saber cómo besarme.
Acarició mis piernas con descaro, subió suavemente por estas desde las rodillas hasta llegar al borde de la ropa interior que él me prestó. Gracias a eso mi cuerpo se estremeció, mi boca se entreabrió, dándole paso a su caliente lengua.
Clifford inclinó la cabeza, consiguiendo que el beso ya voraz, se volviera más salvaje, obteniendo jadeos de mi parte y sonidos obscenos de nuestros labios al separarse unos segundos por aire.
No había conocido danza más seductora antes, o eso creí hasta que su lengua inicio una con la mía simplemente con toda la intención de tomar el jodido control del beso. Era difícil, porque lo quería todo, pero también exquisito, porque podría darle todo.
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Insaciable © [+21]
RomanceUn club nocturno. Una bailarina exótica. Un profesor recién llegado a la ciudad de Chicago. Y un baile demasiado excitante para el hombre que creía que iba a ser una noche aburrida. ¿Qué ocurrirá cuando el profesor descubra quien es la bailarina qu...