Advertencia: Este capítulo tiene contenido +18. Leer bajo su propia responsabilidad, aunque sé que lo van a leer sin la advertencia, sucias ;)
Willow.
Observé con total odio la puerta que me separaba de la oficina de Clifford.
No podía creer que el muy maldito hizo eso en plena clase para hacerme volver a su oficina. Claramente era malo, tenía miedo de que comenzaran a sospechar el por qué iba tanto. Aunque con mis calificaciones en su materia podría verse normal.
Sin embargo seguía siendo injusto.
Y se lo haría saber una vez estuviera del otro lado.
Primero, me aseguré que nadie me estuviera viendo o prestando atención, por lo que volteé a ver todo el lugar. Ya cuando me sentí segura, lentamente abrí la puerta de la oficina luego de haber golpeado suavemente.
De verdad esperaba que la razón de hacerme venir hasta aquí tuviera sentido, o lo golpearía.
Ingresé a la oficina sin prestarle mucha atención al interior, no obstante me arrepentí de eso deseando no haberme girado para cerrar la puerta.
—¡¿Qué demon...?!
El susto invadió mi cuerpo al sentir como algo desconocido rodeo mi cuello apenas puse un pie dentro de la oficina, más ese miedo desapareció dejando paso a la lujuria cuando sentí los labios esponjosos de Clifford pegarse a los míos con rudeza.
Mi bolso cayó a un lado mientras que mis pies trastabillaron hasta que los talones chocaron contra lo que supuse era una pared.
Llevé las manos hasta sus hombros y por unos segundos conseguí separarnos, aún él manteniendo su mano en mi cuello, sin ejercer tanta presión.
—¿Qué carajos estás haciendo?—murmuré sin olvidar dónde estábamos.
—¿Tú qué crees?—rebatió, agitado.
—Que ahora mismo te ves demasiado sexy para mi propio bien—musité, en voz baja.
Quería detenernos antes de que alguien nos viera, pero el ver sus lindos labios hinchados por el beso, me hizo cambiar de opinión.
Y también de posición, en un arrebato conseguí poner a Clifford contra lo que yo estaba acorralada.
Sin más pegué mi boca a la suya, en un ferviente beso mientras dejé que mis manos se dirigieran a la entrepierna de Clifford. Quise gemir por lo rudo de sus labios, cada día descubría lo que podían hacer en mí, lo que provocaban en mí, y una de esas cosas era hacerme perder la noción de todo.
—Toda la maldita mañana llevo imaginando el tenerte para mí solo en esta oficina.
Expresó, rompiendo el beso. No respondí por estar concentrada en recuperar el oxigeno que me quito ese beso.
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Insaciable © [+21]
RomanceUn club nocturno. Una bailarina exótica. Un profesor recién llegado a la ciudad de Chicago. Y un baile demasiado excitante para el hombre que creía que iba a ser una noche aburrida. ¿Qué ocurrirá cuando el profesor descubra quien es la bailarina qu...